Dadas las circunstancias y sin la agitación multitudinaria de mejores tiempos, el CES de Las Vegas puede considerarse un éxito. Ha sorteado las amenazas del coronavirus – aún muy presente en Estados Unidos – y ha sentado un precedente para otras citas del sector, como el próximo Mobile World Congress que deberá iniciarse en Barcelona el último día de febrero. Pese a las deserciones, el número de empresas expositoras ha sido alto, 2.200, la mitad que en la edición anterior a la pandemia, pero muy superior a las 1.800 de la feria online del año pasado. La Consumer Technology Association (CTA), que organiza el evento, no ha revelado la cifra de asistentes, sin duda menos que los 170.000 de 2020.
Cuando la feria de 2022 empezó a perfilarse, tras el pasado verano, la variante delta del virus parecía prácticamente controlada y los parámetros de contagio declinaban en casi todo el mundo. Bastó que apareciera la ómicron para que se hiciera obligado cambiar el formato: esta vez, el CES sería híbrido y en su componente presencial se aplicarían con rigor los protocolos sanitarios. El golpe más duro para la organización se produjo en diciembre, cuando decenas de expositores se dieron de baja, entre ellos cuatro de los cinco gigantes de Internet (Apple, el quinto, nunca ha participado).
Ante este panorama, el incombustible Gary Shapiro, presidente de la CTA, salió públicamente a defender la continuidad de la feria con el argumento de que cancelarla este año no sería razonable, por el perjuicio a “miles de pequeñas compañías, emprendedores e innovadores” que se han preparado a conciencia durante meses para mostrar en Las Vegas sus novedades ante lo que creen será la normalización del mercado durante este nuevo año. Por otra parte, Shapiro quiso dejar constancia de que la ciudad anfitriona podría sufrir un lucro cesante calculado en 290 millones de dólares, cifra ingresada hace dos años. La verdad es que, hasta el momento, los números del CES 2022 no se han divulgado, de modo que no se conoce su balance económico.
A nadie se le ocurre imaginar que el CES no se celebre en enero de 2023. Mientras tanto, en octubre, tendrá su versión europea en Amsterdam, que empezará a programarse en las próximas semanas.
Es bien sabido que las amenazas de la Covid-19 sigue vigentes, pero la organización entendió que la coyuntura ascendente del mercado aconsejaba afrontarlas con la obligada prudencia. Evidentemente, esta decisión ha tenido costes: para empezar, el número de visitantes extranjeros fue más bajo que nunca, aunque se supone que compensado con la audiencia de las sesiones online.
En particular, se hizo notoria la merma de la presencia china, ya muy afectada por las restricciones comerciales que la administración Biden mantiene sin cambiar esta política de Donald Trump. Sólo 152 empresas de China continental se registraron este año, poco más de una décima parte de las que acudieron en 2019. En cuanto a los asistentes chinos, no hay datos disponibles, pero está claro que ni remotamente igualaron el máximo que fue de 15.383 hace cuatro años.
Como de costumbre, el preludio de la feria fue la presentación del análisis de mercado que expuso una vez más Steve Koenig, vicepresidente de la CTA. En resumen, el mercado de tecnología electrónica de consumo ha cerrado 2021 con un récord histórico de 491.000 millones de dólares, un 9,6% que el excelente 2020 [ver gráfico]. La buena noticia es que en 2022 se espera superar el medio billón de dólares, aunque el crecimiento será muy inferior, el 2,8%. “No todos los años pueden ser históricos, aunque en cierto sentido, 2022 lo será”, apuntó Koenig.
El desglose distribuido a los medios [su versión completa tiene un precio prohibitivo] indica que el hardware en todas sus categorías representará en 2022 el 58% del mercado total, 293.000 millones de dólares, pero su crecimiento será de apenas el 1,7%. Los principales segmentos serán los dispositivos móviles e inalámbricos y los de computación (75.000 millones cada bloque) seguidos por la electrónica del automóvil, la tecnología para el hogar inteligente y el vídeo, cada una en el rango de 24.000 millones.
Es relevante la previsión sobre los smartphones 5G, a la que el estudio atribuye un valor PVP de 61.370 millones de dólares que representan un 15% de incremento sobre 2021, alcanzando a finales de 2022 un 72% del total de smartphone despachados.
Koenig no pudo menos que sumarse a la moda mediática del metaverso: “está más cerca de lo que se cree”. Aunque, de momento, sólo pudo concretar que las ventas de cascos y gafas de realidad virtual sumaron 78 millones de dólares en 2021, un descenso del 2% del que se resarcirán este año con un aumento del 175%, esperando que esta categoría emergente llegue a los 214 millones de dólares en 2022.
El agregado de software más servicios sigue ganando terreno, pero todavía es minoritario: 130.000 millones de dólares en 2022, que representan un crecimiento del 5,9%. Destaca en la tabla que los servicios de suscripción aporten 60.000 millones y el software de juegos otros 53.600 millones.
La feria abandonó hace años su denominación de Consumer Electronics Show, quedándose sólo con la sigla. Aun así, los televisores y los ordenadores portátiles siguen recordando el carácter original del CES: el ciclo anual de lanzamiento de nuevos productos sigue alineado con su celebración la primera semana de enero. A diferencia, por cierto, de lo que ocurre con los móviles y otros dispositivos inalámbricos que se dispersan a lo largo del año más allá del MWC. De hecho, Las Vegas fue el escenario al que prestamente saltaron marcas como Samsung, LG, y Sony con sus nuevos televisores, mientras HP y Dell presumían de sus gamas de portátiles (Lenovo, líder del mercado mundial) optó por coincidir con la semana del CES, pero hacer su presentación en Nueva York.
Samsung se había comprometido a protagonizar la ponencia inaugural del certamen y cumplió disciplinadamente con el compromiso. Fue la presentación internacional de Jong-Hee Han, recientemente designado CEO de la división rebautizada como DX (Devices Experience). Su keynote no fue memorable, pero sirvió como testimonio de los cambios que se está produciendo en la cúspide de la compañía coreana.
El eje del discurso de su discurso fue, previsiblemente, la sostenibilidad. JH [como prefiere que se le llame] predicó la iniciativa Together for Tomorrow como instrumento para cooperar con el resto de la industria y capturar los deseos de las generaciones jóvenes. Más que presentar productos, que también, Samsung hizo ostentación de soluciones ecológicas. Puede que las novedades más significativas fueran su televisor OLED de gran formato y el proyector ligero Freestyle, que pretende inaugurar una nueva era del ´cine en casa`.
El hogar conectado será un caballo de batalla de la marca coreana en sus distintas líneas de negocio, pero también Samsung pretende asomarse al metaverso partiendo de lo que tiene más al alcance, una plataforma para juegos online y una pantalla curva flexible para jugones.
El CES nunca ha pretendido ser una feria de automóviles que compitiera con las varias especializadas en ese sector, pero las tecnologías vinculadas al coche eléctrico han adquirido prominencia en las últimas ediciones, con presencia de las principales marcas, empeñadas en una carrera para ganar kilómetros sin recarga, lo que traslada la clave de la innovación a los fabricantes de baterías. .
Durante años, la industria ha querido dar la impresión de que el coche autónomo está a punto de llegar, pero los obstáculos son todavía enormes. Pese a ello, una primicia del CES de este año ha sido la declaración de intenciones de Sony de dar el salto a ese mercado nonato con su propia tecnología. Es llamativo por venir de quien viene, pero la verdad es que lo más revolucionario que pudo presentarse fue un inesperado tractor que su fabricante, John Deere, define como “completamente autónomo”.
Una vez más, el CES ha sido escenario propicio para la rivalidad entre los fabricantes de procesadores: Intel, AMD y Nvidia, cada uno de ellos con representación menos rumbosa que de costumbre. Qualcomm aprovechó la ocasión para poner de relieve sus capacidades tecnológicas más allá de lo que popularmente se conoce de ella.
Con el coronavirus dominando las conversaciones de todo el mundo, nada tiene de extraño que el CES haya sido caja de resonancia para un centenar de startups que se adscriben a la categoría healthcare. Por primera vez en la historia de esta feria, una de las principales keynotes fue protagonizada por una farmacéutica, Abbott Laboratories, la misma que suministró a la organización los test a los que debieron someterse todos los asistentes. Irónicamente, Robert Ford, que así se llama el CEO de esa compañía, optó a última hora por renunciar a estar presente y hacerlo por videoconferencia.
La principal lección que deja la experiencia del CES 2022 es, según consenso entre el batallón de periodistas presentes – menos numeroso que de costumbre, por razones obvias – es que sigue vivo el apetito por los eventos presenciales, pero acabará imponiéndose la combinación escogida este año por los organizadores: muchos de los que viajaron hasta Las Vegas optaron por seguir las ponencias desde sus hoteles y aparecer poco tiempo por una feria sorprendentemente sosegada.
En ese contexto empiezan los preparativos del Mobile World Congress. Ayer mismo se conocía una carta abierta de John Hoffman, CEO de la GSMA, la entidad organizadora. Ocho semanas antes de su apertura, Hoffman espera la presencia de 1.500 expositores a la vez que asistentes de más de un centenar de países.
Advierte que “la GSMA sólo consideraría un cambio en sus planes bajo la decisión de las autoridades españolas”. El texto se cierra con una frase significativa: “el MWC siempre estará disponible online, pero espero veros a todos en Barcelona”.
[informe Mario Kotler, in situ]