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  3/11/2021

Dell y VMware se divorcian…y tan amigos

Desde este lunes, VMware [64.000 millones de dólares de valor bursátil] es una compañía independiente por primera vez desde 2004, cuando fue adquirida por EMC, a su vez absorbida doce años después por Dell, que pasó a ser propietaria del 81% de aquélla. La simbiosis operativa entre ellas ha sido modélica desde entonces, pero ha llegado la hora de ejecutar el divorcio que pactaron el pasado abril. Ambas salen satisfechas de la experiencia y de sus negociaciones, aunque no por las mismas razones. Una prueba del entendimiento es que Michael Dell – trigésimo en la lista de multimillonarios de Forbes – será primer accionista y chairman de ambas compañías. Ahora, a esperar el veredicto de la bolsa.

Michael Dell

Dell Technologies [valorada en 84.000 millones de dólares] piensa ante todo en mejorar su estructura financiera y aligerar la deuda contraída por su fundador, Michael Dell, asociado con el fondo Silver Lake, para financiar la compra de EMC por 67.000 millones, en 2016. A partir de ahora, VMware dejará de estar lastrada por el endeudamiento de su parienta y se prepara para acometer adquisiciones estratégicas. Las dos han acordado que – dentro de lo razonable – cada una quedará liberada para mantener relaciones comerciales con competidores de la otra. Para que todos estos objetivos llegaran a buen término, se han valido de un ingenioso artefacto de ingeniería financiera.

VMware abonará en efectivo a sus accionistas un dividendo especial por valor de 11.500 millones de dólares, de los que se estima que 9.500 millones caerán en manos de Michael Dell y Silver Lake. En paralelo, los accionistas de Dell Technologies recibirán 0,44 acciones de VMware por cada acción que tengan en cartera. Esta combinación permitirá a Dell amortizar parcialmente sus deudas, elevar la calificación crediticia de la compañía y, cerrando el círculo virtuoso, conservar un 41% de participación en VMware, porcentaje más que suficiente para ser el chairman de ambas compañías.  Su socio financiero retendrá, al menos de momento, otro 11%.

Puede que esta emancipación de VMware hubiera tenido idéntica lógica años atrás, pero antes era necesario que Dell volviera a cotizar, tras un intervalo en el que su fundador la retiró de Wall Street, disgustado al considerar que analistas e inversores no comprendían su estrategia. Cuando la separación ya estaba concebida, la pandemia paró el reloj, a la vez que dio paso a un período fértil para el negocio de las dos compañías, que paralelamente han alcanzado máximos históricos de facturación, beneficios y valor bursátil. El momento ideal para crecer cada uno por su lado.

Entretanto, VMware perdió a Pat Gelsinger, su CEO desde 2012, quien triplicó el negocio y fue cómplice de los planes de Michael Dell, hasta que en enero aceptó la oferta para dirigir la compañía donde inició su carrera profesional, Intel. En su lugar, el consejo de administración escogió a Raghu Raghuram, veterano de la compañía y bien compenetrado de su estrategia tecnológica. En esta fase confusa, varios directivos han optado por marcharse hacia otros destinos. Entre ellos, Sanjay Poonen, número dos con Gelsinger y Shekar Ayyar, cerebro de una fructífera relación con los operadores de telecomunicaciones.

En la reciente conferencia online VMworld, Raghuram aseguró que “la pandemia ha acelerado algo que ya veníamos observando: las empresas encuentran que el mundo multicloud es demasiado complejo y nos piden ayuda para reducir esa complejidad”. Según él, un 75% de los clientes de VMware han desplegado cargas en más de una nube: la compañía tiene acuerdos para que su software esté en los cinco principales proveedores de servicios cloud.

Con el evidente propósito de hacer saber que la separación no es ni mucho menos una ruptura, VMware ha presentado una batería de novedades, varias de ellas como continuidad de la sintonía con Dell. Ambas al alimón han ratificado su apuesta común mediante la fórmula as-a-service. Un lanzamiento inmediato ha sido Apex Cloud Services con VM Cloud (más sencillamente Apex Cloud con VMC), que pretende facilitar el movimiento y escalada de cargas de trabajo entre múltiples plataformas cloud a un precio predecible. En el plano de la hiperconvergencia, Dell ha renovado con VMware su producto VxRail.

Tanto o más importante es el hecho de que ambas compañías han firmado un acuerdo comercial por cinco años que extiende su cooperación en el desarrollo y comercialización de servicios comunes. En la práctica, Dell seguirá integrando el software de VMware en sus productos de infraestructura. Hay tres poderosas razones para ello: 1) que VMware y su base instalada sigan siendo una fuente de ingresos importante para Dell; 2) que esta – muy dependiente de la herencia de hardware – siga contando con la capacidad de innovación que le ha proporcionado VMware; y 3) dar un tiempo holgado para que Dell logre mejorar su propia innovación y de tal modo ´emanciparse` a su vez de un vínculo sin el cual su futuro sería menos competitivo.

La cotización de Dell ha tocado máximos históricos en las últimas semanas. Aun así, puede sorprender que el valor bursátil de las dos empresas esté tan cercano [1:1,3] cuando sus ingresos difieren en proporción 1:8. Esto se debe a que el 60% de los ingresos de Dell proceden de su negocio de PC, lo que no suele emocionar a los inversores. Los planes de crecimiento que ha anunciado Jeff Clarke, CEO de la compañía tejana, ponen mucho énfasis en el edge computing: “actualmente, sólo el 10% de los datos son procesados fuera del datacenter, pero estimamos que en 2025 la proporción subirá al 75%”. El mes pasado, Dell amplió su oferta para el edge al introducir VxRail Satellite Nodes – desarrollado con VMware – para ser desplegado en fábricas y comercios.

Por su lado, VMware ha anunciado que seguirá trabajando con la rama financiera de Dell para ayudar a sus clientes e informó que el canal de distribución de Dell representa el 35% de sus ingresos. Dos razones para que la relación entre ambas se prolongue en beneficio mutuo.

Menos aún que en los divorcios entre humanos, no se puede ignorar la importancia del componente fiscal del pactado por Dell y VMware. Antes de anunciarlo en abril, las dos partes consultaron a las autoridades estadounidenses y sólo lo oficializaron cuando obtuvieron respuesta tranquilizadora. Según VMware, sólo el 40% del dividendo especial estará gravado; el 60% tendrá consideración de retorno de capital a los accionistas.

Una virtud indirecta del acuerdo quinquenal ha consistido en despertar las hipótesis sobre otras combinaciones posibles, al no estar ya las compañías obligadas por una preferencia explícita. Ningún elemento material las corrobora, pero al menos dos de esas hipótesis (sin duda prematuras) merecen atención. Una alude a las posibilidades de mayor intimidad entre VMware y HPE, hoy limitada por la rivalidad de la segunda con Dell. Otra, contempla recíprocamente un eventual acercamiento de Nutanix a Dell gracias a que esta puede contractualmente tener tratos con los adversarios de VMware.


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