Afortunadamente, no habrá guerra de formatos en la televisión tridimensional, como las que hubo en el vídeo y en el sustituto del DVD. Esto no significa que todos los problemas de compatibilidad entre las marcas estén resueltos, ni que las gafas que suministra un fabricante se puedan usar con un televisor de otro fabricante. Es, hasta cierto punto, lógico: cada uno procura reservarse la mejor recaudación posible por la venta de estos accesorios imprescindibles, aun con el riesgo de fastidiar al consumidor, que ha desembolsado entre 100 y 150 euros por cada par de gafas (que pueden ser varios pares si uno quiere invitar a los amigos a estrenar juntos la nueva tele 3D del salón.
He aquí uno de los (varios) problemas, reales o no, que perturban el despegue del mercado de la televisión en 3D, y que se hicieron patentes en la trastienda de la feria IFA, que anteayer cerró sus puertas en Berlín. María Costeira, consejera delegada de la empresa XpanD, líder mundial en la fabricación de gafas estereoscópicas, niega que ese problema exista: “La auténtica barrera para la adopción de la TV estereoscópica no son las gafas sino la cantidad y calidad de los contenidos. Si la gente está dispuesta a hacer cola para disfrutar de un concierto de rock, es porque espera una experiencia singular. Con la 3D ocurre lo mismo; si su primera experiencia es de baja calidad, se sentirá frustrado”.
Eso hay que evitarlo, empezando por asegurar la compatibilidad. Todos los fabricantes han tenido el tino de estandarizar sus modelos con base en una misma tecnología de obturador activo (active shutter): en la pantalla aparecen dos imágenes ligeramente diferentes, una para cada ojo, alternadas a un ritmo de 1/120 de segundo. El cerebro las combina para que la vista perciba una sensación de profundidad, y un diminuto transmisor incorporado en el televisor envía la señal a las gafas, dotadas de obturadores electrónicos – células de cristal líquido – para cada ojo, que se sincronizan con la imagen alterna en la pantalla. .
Claro que para el usuario sería mucho más cómodo poder prescindir de las gafas. Pero la tecnología autoestereoscópica sigue su propio paso y, a menos que se acelere la innovación – Toshiba dice estar a punto de presentar un televisor que no necesita gafas – Maria Costeira vaticina que tardará varios años en estar disponible en el mercado. Todos los fabricantes de televisores que tienen productos 3D han optado por las gafas activas – unos las incluyen en el precio, otros las cobran aparte – y sólo uno, LG, ofrece una segunda posibilidad, gafas pasivas, que son más baratas y por tanto adecuadas para su uso colectivo.
XpanD ha desarrollado el sistema para Panasonic (tal vez el fabricante que más enfatiza su marketing en torno a la 3D) y las demos que pudieron verse en el stand de esta marca se basaban en su tecnología. Pero también fabrica gafas para todas las marcas. “Son totalmente compatibles”, asegura Costeira. “La 3D, desde nuestro punto de vista, es una experiencia social multipantalla, y esto significa que deberíamos ser capaces de llevar nuestras propias gafas a casa de un amigo para disfrutar de la 3D en su televisor”.
Para que eso ocurra, deberá extenderse la demanda de gafas universales: XpanD declara que detenta actualmente el 95% del mercado de la tecnología active shutter para distintas aplicaciones (cines, televisores, proyectores DLP, videojuegos, educación y casinos). Desde su introducción a principios de 2009 – explica – ha vendido más de dos millones de pares y ha instalado 3.000 sistemas en salas de cine (en Europa, la empresa tiene una cuota del 40%). “Esperamos llegar a un total de 20 millones de pares dentro de dos o tres años”.