Neelie Kroes, comisaria europea a cargo de la “agenda digital” comunitaria, ha convocado en Bruselas una cumbre informal de operadores de telecomunicaciones para debatir las propuestas de la Comisión acerca de la “gobernanza de Internet”, y sus invitados confían en que no se trate de una encerrona para forzarles a un compromiso lesivo para sus intereses. Sin referirse al encuentro, Vittorio Colao, CEO de Vodafone, ha adelantado su posición (puede que compartida por sus colegas): coincide en la necesidad de reglas que fomenten la confianza de los usuarios de Internet, pero añade que no deberían ser incompatibles con el retorno para las inversiones en infraestructura.
Varios periódicos europeos – entre ellos el Financial Times y El Pais, han publicado días atrás un texto firmado por Colao, al hilo de las posiciones contradictorias que se plantearon en el preludio a la reunión del G-8 en Deauville. «¿Es posible que tanto Sarkozy como Zuckerberg estén en lo cierto”, se pregunta el autor, en el título de la versión española, mientras que el rotativo londinense titula el mismo texto con más garra: “Facebook is wrong to back a light touch for the web”.
Alude Colao a la propuesta del presidente francés, quien aboga por un Internet más civilizado, que cumpla con las leyes, mientras que Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, y Eric Schmidt, chairman de Google, sostuvieron en el mismo foro la necesidad de evitar su regulación. Añade: “esa misma semana, el parlamento holandés votó a favor de regular los precios de los operadores de telecomunicaciones en los servicios de Internet. Paralelamente, a todos los gobiernos les gustaría que las operadoras incrementaran sus inversiones en redes de banda ancha. ¿Quién tiene razón?”.
Los argumentos de las partes son sobradamente conocidos. En los dos últimos años, César Alierta (Telefónica), Stéphane Richard (France Télecom) y el propio Colao, han afeado la actitud de Google, a la vez que reclamaban el derecho de sus empresas a establecer tarifas diferenciales en función del volumen de tráfico que los usuarios hacen circular por sus redes. Cada vez que ha tenido ocasión – en el Mobile Congress de Barcelona, por ejemplo – Schmidt ha replicado agriamente a esas posiciones. Oficiosamente, Richard ha propiciado la búsqueda de una tregua entre los puntos de vista europeo y estadounidense, pero no hay constancia de que haya sido escuchado.
En mayo, en Deauville, el asunto se planteó desde otro ángulo, el respeto a la propiedad, la privacidad y los derechos humanos y sociales, como base para el desarrollo futuro de la Web. Pese a que Google tiene una posición muy articulada sobre el asunto, la atención mediática se centró sobre todo en el hombre de moda, Zuckerberg: “aprobar una legislación que regule el copyright y la privacidad podría desincentivar la innovación e inhibir la libre expresión en Internet” .
El CEO de Vodafone sostiene que “en áreas como la piratería de contenidos de música y vídeo, se ha encontrado una solución. Las nuevas leyes de derechos de autor permiten que las autoridades públicas insten a operadores de red a bloquear el acceso a servicios o plataformas ilegales en Internet. Si extendiéramos este modelo a otras áreas, como la privacidad, la seguridad de los ciudadanos o la protección del consumidor, dispondríamos de un valioso incentivo para que todas las compañías acataran las leyes nacionales […]
Armado de una aparente equidistancia – Sarkozy y Zuckerberg tienen razón, aun en la discrepancia – Colao viene a decir lo mismo que sus colegas español y francés: “los servicios de telecomunicaciones basados en Internet deberían estar sujetos a los mismos reglamentos y costes, para asegurar la confianza, en igualdad de condiciones. […] La existencia de leyes y reglamentos que promuevan el uso seguro de Internet fomentarán a su vez una mayor inversión en esas redes de banda ancha que los gobiernos solicitan. […] intentar ir más allá, y regular los precios que cobran los operadores por distintos servicios de Internet, sólo limitaría las oportunidades, iniciativas empresariales e inversiones necesarias hoy día para tener una Europa conectada”.
La piedra en el zapato es la decisión del parlamento holandés, el primer órgano legislativo que en nombre de la llamada “neutralidad de red” ha creado un precedente, temido por los operadores europeos. No está claro que la cumbre convocada por la comisaria Kroes sea suficiente para deshacer el enredo, porque los intereses en juego son contradictorios. Mientras tanto, las inversiones en banda ancha van al ralentí en Europa.