Inesperadamente, John Chambers, presidente y CEO de Cisco, ha decidido nombrar un número dos, con rango de Chief Operating Officer. El elegido se llama Gary Moore, lleva diez años en la empresa, y tendrá una buena carga de responsabilidades (ingeniería, marketing y servicios), pero de ellas no se deduce que vaya a ser un día el sucesor de Chambers. Entre otras cosas, porque ambos tienen la misma edad (61), y porque durante los últimos años todos los presuntos aspirantes han buscado su futuro lejos de la compañía. Aun así, es un cambio en el modelo de dirección diseñado por Chambers con múltiples comités cuyo vértice confluye en el CEO. Aunque ocupa el puesto desde 1995, Chambers no da la impresión de preparar su salida.
Esto ocurre en un contexto de nerviosismo de los accionistas. La cotizaciòn cayó un 14% tras conocerse los resultados del trimestre cerrado el 29 de enero, el tercero consecutivo en trayectoria descendente. En noviembre, ya decepcionó a los analistas al pronosticar un incremento del 3 al 5% en los ingresos. En la práctica, ha sido del 6%, hasta 10.420 millones de dólares, pero el beneficio cayó casi un 14%, poniendo de manifiesto la dificultad de preservar el nivel de su margen bruto, cuatro puntos inferior al de hace sólo un año.
Las cifras reflejan la dureza competitiva en su negocio más sólido, los switches y routers que, en conjunto, representan el 46% de su facturación. Han caído, respectivamente, 11% y 9% con respecto al trimestre precedente, que ya es caer. Durante la conferencia con analistas, John Chambers explicó que la performance de estos productos ha crecido significativamente, prácticamente sin tocar los precios, lo que ha redundado en que los clientes compraran menos. Sin embargo, rechazó rotundamente que Cisco vaya a entrar en una guerra de precios. “Seré muy claro: en este juego, lo que vale es la relación precio/performance, y nuestros nuevos productos ofrecen una notable mejora”.
Una consecuencia de esta tendencia es que, por primera vez, la suma de servicios y nuevos productos pesa más que los equipos de red en las cuentas de Cisco. Las ventas de la línea de servidores UCS lanzada el año pasado han subido un 59% y, según se dijo durante la conferencia ya hay 4.000 clientes en todo el mundo. Los productos de colaboración descendieron un 4%, y los de tecnología inalámbrica han cerrado un trimestre plano.
En las tecnologías de consumo, Cisco ha comprobado que no es fácil hacerse un hueco, pero Chambers ratifica que la diversificación es absolutamente necesaria. Esto es justamente lo que inquieta a los inversores, según traducen los analistas: que las nuevas líneas de negocio no crecen lo suficiente, o lo suficientemente rápido, para compensar la menor contribución de las clásicas. Y es la razón por la que las acciones están al precio más bajo de los últimos dieciocho meses.
Los competidores aprietan. El antiguo aliado HP, ahora fiero rival, ha avanzado en el terreno de siempre de Cisco, y lo mismo parece estar consiguiendo Juniper Networks, un adversario menor en ascenso. El peligro no es tan grave, pero confirma la regla de que `quien más tiene, más tiene que perder´: Cisco controla más del 68% del mercado de switches Ethernet, según IDC, e incluso ha ganado cuota desde 2009; mientras que la suma de HP y Juniper se queda en el 12%.
Frank Calderoni, director financiero de Cisco, resumió el cuadro en tres puntos: márgenes bajos, debilidad del gasto gubernamental y transición hacia un nuevo catálogo de productos. Como corolario, pidió a los inversores “paciencia durante uno o dos trimestres más”