Políticamente, la operación está firmada y bendecida por quienes corresponde. Jurídicamente, puede requerir cinco o seis meses, se ha dicho. Los clientes tardarán en percibirla y los empleados vaya si la percibirán. Aquel intento de 2010 – primero de tres en diez años – se frustró, pero resucita descrito como una fusión aunque nadie ignora será la absorción de Bankia por Caixabank. El negocio bancario ha cambiado mucho y, desde el punto de vista de las T.I. – objeto de esta crónica- el futuro próximo se puede resumir como sigue: entre 18 y 24 meses de preparación para un big bang de fin de semana. Dos infraestructuras darán paso a otra única, la de Caixabank, ampliada y consolidada.
Será un condensado de más de una veintena de las antiguas cajas de ahorro y su peculiar estructura. Caixabank, la más próspera, se ha convertido en el primer banco español. Acorde con ello, lleva años invirtiendo dinero en la búsqueda de un modelo operativo que quiere ser el más avanzado del mercado. Por razones que aquí no vienen al caso, Bankia ha tenido los recursos que ha tenido para invertir: su modernización ha sido valiente pero incompleta. Los imperativos de escala en el contexto macroeconómico han unido un banco de clara orientación online con otro que carga con una herencia de procesos batch que, entre otros rasgos, debilitan su capacidad de respuesta.
Por consiguiente, entre sus dos infraestructuras incompatibles, inevitablemente prevalecerá la de Caixabank, que remontará otra vez el ciclo de inversión para poder soportar 25 millones de clientes en lugar de 17 millones, sin por ello sacrificar rendimiento. Estas transiciones nunca han sido perfectas. Los analistas consultados (anónimos a su petición) traen a colación dos casos significativos. Uno es el fallido arranque de un sistema ex novo del TSB británico, propiedad del Sabadell, en 2015 y otro más reciente pero traumático a su manera, la asimilación del Popular adjudicado al Santander en 2017, del que no puede decirse que esté del todo acabada. Caixabank, todo hay que decirlo, tiene sobrada experiencia en asimilar otras entidades, si bien no de esta envergadura.
Comienza ahora la etapa más difícil de sus carreras para Luis Javier Blas, director de Medios de Caixabank – fichado en febrero desde su cargo equivalente en BBVA España – y su colega de Bankia, Carlos Torres García, director de Transformación y Estrategia Digital. Lo normal en otros casos – se ruega no comparar – es que la migración empiece por definir el modelo de datos, que con toda certeza será el de la entidad receptora, mientras a la que entrega los datos le toca extraerlos con arreglo al modelo de su nuevo propietario. Puede que escrito así suene sencillo, pero no lo es: probablemente de esta cuestión dependerán la duración de la ingesta y la calidad de la digestión.
Llegará un momento en el que el sistema que esté manejando los datos del cliente no será el mismo que el día anterior, con el menor trastorno para ese cliente y los productos que tenga contratados. Funcionalmente, la integración no puede empezar por los clientes sino por arriba para que, a ojos del regulador – con independencia de la vida de las marcas, que es otra cuestión – se considere a ambos bancos como una entidad única, con tesorería y posición de riesgo alineadas con las reglas de Basilea.
No habrá encaje de arquitecturas, puesto que no hay consistencia entre ellas. Estrictamente, no habrá integración funcional y la coexistencia durará lo que tenga que durar: el “día D” se apagará una y la otra tomará el relevo. Como se parte de la existencia de dos cores bancarios diferentes, ambos ´propietarios` y basados en mainframe, habrá poco que reconvertir; será una sustitución pura y dura. A priori, esto debería implicar que Bankia tendrá que formar a su personal en los futuros procedimientos, pero también Caixabank necesitará algunos desarrollos nuevos para “hacer sitio” a aplicaciones originarias de la otra parte que le interese acoger.
Las dos entidades tienen externalizados sus CPD, basados en mainframes de IBM gestionados a través de sendas sociedades conjuntas con el proveedor. Presuntamente, Caixabank deberá renegociar el contrato con su participada IT Now (49% suyo, 51% de IBM) pero se trata de un componente más jurídico y financiero que tecnológico. Es aún pronto para preguntar por las intenciones en lo relativo a la redundancia de los CPD futuros, pero estando por medio un proveedor común, se puede pensar que será ante todo una cuestión territorial.
Estructuralmente, una cosa es el CPD y otras son las oficinas y la banca online. Estas dos categorías han dado muchas vueltas en toda la banca y cada entidad ha su propio modelo, pero ninguno modelo es definitivo para competir en un mercado agitado por la proliferación de ´neobancos`. La que más ha podido invertir, Caixabank, ha extendido sus oficinas digitalizadas “de extremo a extremo”, mientras Bankia acometía en menos tiempo una renovación de su red física.
Las dos entidades cuentan con extensas redes de autoservicio. La de Caixabank , con cajeros de un proveedor único, Fujitsu; la de Bankia es plural (aunque sin Fujitsu, curiosamente). No habrá prisa por unificarlos porque en esta materia lo esencial será un proceso homogéneo que, se supone, adoptará el modelo de la adquirente.
Desde luego, ambos bancos tienen destacada presencia online. El caso extremo es Caixabank, que ha creado una filial inicialmente dirigida a captar la clientela joven; la llamó Imagin Bank [por el camino se quedaría en Imagin, seguramente como resultado de otros cálculos] exclusivamente para dispositivos móviles. Bankia no ha tomado iniciativas semejantes y es obvio que no las va a tomar ahora.
Cabe preguntarse qué papel se reservan el Banco Central Europeo y el Banco de España, que han empujado en favor de esta fusión y otras que vendrán. Esta crisis no es la de 2008 y no bastarán instrumentos de política monetaria: para sostener la actividad y/o afrontar la morosidad que puede asomar, harán falta entidades sólidas, lo que suele identificarse con su volumen. Pero, en lo que concierne a la tecnología bancaria, se meterán poco en cómo la resuelvan los bancos: saben que Caixabank lo ha hecho en otras ocasiones y conocen la larga experiencia de IBM. Con esto debería bastarles, en espera del big bang.