29/03/2023

Broadcom y VMware quisieran apurar su fusión

Con indisimulable alivio, han recibido Broadcom y VMware la decisión del regulador británico de la competencia (CMA,  Competition and Markets Authority) de dar marcha atrás en sus objeciones a la compra de Activision por Microsoft. No tiene que ver con ellas y no son casos extrapolables, pero tienen al menos un punto en común: Reino Unido tiene notorio interés político en que su decisión se anticipe a la que vaya a tomar Bruselas en ambos expedientes. Pero incluso si Londres diera carpetazo, quedarían otros filtros muy relevantes: Unión Europea, Estados Unidos y China (tal vez en este orden). Por si acaso, VMware ha accedido a añadir 60 días al plazo pactado para consumar la adquisición.

En espera de todas las bendiciones, ambas compañías van capeando con soltura la coyuntura económica y cotizan muy cerca de sus máximos históricos. Los últimos resultados trimestrales publicados de Broadcom – el primero de 2023 – han superado expectativas, con un crecimiento del 16% en sus ingresos, rozando los 9.000 millones de dólares. Es verdad que se observa cierta ralentización, pero crecer a este ritmo no es algo que ocurra a todos en el sector. Y Broadcom lleva así nueve trimestres.

Los semiconductores siguen constituyendo el 80% de sus ingresos, aunque de materializarse la fusión con VMware la proporción bajaría al 60%. Hasta que suceda, si es que sucede, la realidad es que el negocio del silicio goza de excelente salud para la compañía: ha crecido un 21% reportando 7.100 millones de ingresos, que contrastan con otras compañías afectadas por problemas de suministro de los que Broadcom ha salido indemne.

Vale la pena mencionar que Apple es su mayor cliente, al representar cerca del 20% de las ventas de esta división. Sabiendo cómo se las gasta la marca de la manzana, no deja de ser una peligrosa dependencia: Apple lleva tiempo trabajando en sus propios semiconductores pero ha tropezado con dificultades en sus desarrollos para WiFi y Bluetooth. A priori, parece más probable que prescinda de Qualcomm que de Broadcom, lo que daría a esta última un margen de tranquilidad hasta 2025 o incluso 2027 y entretanto ir encajando el golpe con el crecimiento del área de software. Curiosamente ha sido el software el segmento de Broadcom que más se ha resentido, cayendo el 1% hasta facturar 1.800 millones de dólares. La buena noticia es su eficiencia, ya que arroja márgenes en ascenso.

En paralelo, los ingresos trimestrales de VMware han sido de 3.710 millones de dólares. Si como hipótesis se sumaran a los de Broadcom, equivaldrían al 44% de la facturación de la futura compañía fusionada. No sólo esto, sino que en su mayor parte procederían de suscripciones, aumentando así sus ingresos recurrentes. Argumento con el que Hock Tan, CEO de la compradora, defiende la adquisición sin que nadie la discuta. El objetivo que han concertado Tan y el CEO de VMware, Raghu Raghuram contempla que los ingresos recurrentes – actualmente el 30% – lleguen al 46% en el año fiscal 2025.

Así las cosas, es arriesgado aventurar qué decisión va a tomar cada uno de los reguladores que deben pronunciarse. Y que, obviamente, pueden ser distintas. Esencialmente, todos expresan el temor de que Broadcom bloquee la interoperabilidad del hardware de terceros con el software de VMware; de esta posibilidad deducen menos innovación, precios más altos y merma de calidad.  Por esto, que la CMA británica haya renunciado a pasar a una segunda fase más severa es una excelente señal para las dos partes contratantes.

La experiencia indica que son asuntos normales en el manual de cualquier regulador, pero ¿cómo aplicarlos a este caso? Allegados a Broadcom sostienen que sería como tirar piedras a su tejado: una gran parte del valor que está dispuesta a pagar por VMware se sustenta en la amplitud del ecosistema de clientes y partners de que goza esta última, de hecho, hoy más amplio que cuando estaba en la órbita de Dell. Uno de los primeros pasos de VMware tras soltar amarras de quien fuera su primer accionista ha sido aliarse con HPE y sumarse al modelo GreenLake de pago por uso. Por mucho que Broadcom consiguiera disparar sus ventas, no se aprecia dónde estaría el beneficio de restringir a otros el acceso al ecosistema de VMware dañando así los ingresos de la división de software.

Otra preocupación – expresada por la Comisión Europea – se centra en la posibilidad de que Broadcom limite la participación de VMware en el llamado Proyecto Monterrey, a través del cual colabora con Nvidia, Intel y AMD o que la virtualización deje de ser comercializada como producto independiente y empaquetarla con otros elementos de software de la compradora. En ambas hipótesis, se destruiría parte del valor negociado por Hock Tan y Michael Dell.

La CE tiene plazo hasta el 11 de mayo para dictaminar si la compra vulnera sus reglas de competencia. Aunque sus inquietudes pueden parecer algo desfasadas, están en juego cuestiones de otra índole, así que mejor será no dar nada por supuesto. La coalición de intereses que en su día frustró el acuerdo de compra de ARM por Nvidia podría repetirse con otros nombres en esta ocasión.

A poco que se recuerde la absorción de Dell sobre VMware – entonces parte de EMC – ya hubo entonces quien agitó el miedo a que la virtualización fuera víctima propiciatoria de un tejemaneje financiero. Y cuando IBM se apropió de RedHat se escucharon lamentos parecidos, pero el tiempo se ha encargado de demostrar que la interoperabilidad no ha sufrido nada en absoluto.

¿Qué mensaje transmiten las cifras? De los 13.350 millones de dólares que facturó VMware el año pasado, 6.847 millones fueron generados por el software. Teniendo en cuenta las opciones de hipervisor en el mercado y el boom que experimentan los contenedores, cualquier degradación de la interoperabilidad propiciaría una fuga de clientes.

Más allá de lo que decidan los reguladores – cada bloque defenderá sus propios criterios – conviene detenerse por un momento en la digestión que espera a Broadcom. Si algo ha caracterizado el rumbo seguido por su actual CEO, ha sido por exprimir al máximo las sinergias de los semiconductores y las infraestructuras, descuidando los activos de software. Es uno de los recelos que despierta, pero Tan ha declarado que esa estrategia ha terminado. Ya antes de lanzarse a la compra de VMware, había firmado con ésta una alianza para la explotación de soluciones multicloud que sigue vigente.

VMware representa una operación de mucho mayor calado del que han tenido otras adquisiciones de Broadcom. Y su desenlace se producirá, inesperadamente, en un momento de encarecimiento de la deuda y con la amenaza de una recesión que amaga y no pega. A nadie escapa que la posición de la compañía fusionada ante los hyperscalers saldrá reforzada.

Un motivo es que, a medida que crecen los proveedores de servicios cloud, impactan positivamente en el negocio de semiconductores de Broadcom. En parte, esto entronca con el auge de la inteligencia artificial, en el que los semiconductores juegan un rol protagonista. Broadcom ya cuenta con experiencia al respecto gracias a sus modelos Jericho 2. El propio Tan ha apuntado que la venta de estos conmutadores Ethernet implementados en IA superó el año pasado los 200 millones de dólares y podría cuadruplicarse en 2023.

Por otro lado, es razonable pensar que el deseo de afianzarse en la nube publica se vería realzado con la incorporación de VMware al patrimonio de Broadcom. Estas consideraciones no quitan el sueño a nadie, pero están influyendo en el ánimo con el que analistas e inversores se preparan para el momento en que se despeje la fusión entre ellas.


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