Durante los pasados dos o tres años, los consumidores han recibido innumerables estímulos para abandonar el envejecido formato DVD y pasarse al Blu-Ray de alta definición, respaldado por un consorcio de fabricantes y estudios de cine. Los estímulos habrán sido todo lo innumerables que se quiera, pero no suficientes. Mientras duró la costosa guerra de formatos con Toshiba, a todo el mundo le parecía de lo más lógico que la demanda no se diera por aludida, en razón de la incertidumbre y de los precios de venta. Una vez acabada esa guerra, tampoco se ha visto que los consumidores tengan prisa, y no es que la reproductores y de contenidos no sea abundante.
La explicación más común es que los consumidores tienen apetito, pero esperarán a abrir la boca – es decir, la cartera – a que la horquilla de precios oscile entre los 100 y los 150 euros. El pasado julio, un año y medio después de tirar la toalla en la pelea de los formatos, Toshiba se resignaba a sumarse al adversario.
Toshiba no exhibió en Berlín ningún producto que materialice ese cambio de posición, pero por las mismas fechas la pedía formalmente su ingreso en el consorcio Blu Ray Association. Olo que es lo mismo: declara el final de una rivalidad que le ha costado muy cara. No se ha dado a conocer un plan de hardware de la marca basado en el formato, pero es prácticamente seguro que el primero será un portátil de la familia Qosmio, que saldrá al mercado equipado con un lector Blu ray, pensado para los aficionados a los videojuegos.