Es de lo más grave que se puede decir de una compañía: “tiene una dirección conservadora en un tiempo que exige innovadores”. Lo ha dicho un fondo de inversión que dice tener el acuerdo del 8% de las acciones de Research in Motion, más conocida por su marca, BlackBerry, y busca el apoyo de más capital para reprobar a los fundadores (y primeros accionistas), Jim Balsillie y Mike Lazaridis, o imponerles otra estrategia. El apagón intermitente que durante tres días ha dejado sin servicio de mail a millones de usuarios, no podía haber ocurrido en peor momento: “RIM se ha pegado un tiro en un pie cuando más necesitada está de correr”, comenta el agudo Ian Fogg, analista de Forrester.
La situación es tan delicada que bastó esa declaración de rebeldía para que las acciones de RIM recuperaran un 5% antes de volver por donde solían: desde enero acumulan una minusvalía del 60%. Con una capitalización de 13.000 millones de dólares, sería una presa fácil para quien quisiera comprarla, suponiendo que sepa qué hacer con ella después. Desde hace meses, han circulado los rumores más caprichosos, desde el supuesto interés de Microsoft al de una oferta de Vodafone u otra de Samsung.
No hay que tomar a la ligera la actitud de estos accionistas-activistas. Uno de los más célebres de la clase, Carl Icahn, perseveró hasta derribar al CEO de Motorola, e imponer al sustituto su tesis: la partición de la compañía liberaría «valor para el accionista”. Al cabo de un largo proceso, Motorola se escindió en dos partes, y meses después una de ellas sería comprada por Google. En el caso actual, Jaguar Financial – canadiense como RIM – ha enunciado tres propuestas de “creación de valor”: a) buscar un comprador, b) fusionarla, o c) dividirla en tres (una compañía de red, otra de dispositivos y una tercera de patentes). Así son las ideas que se les ocurren a los señores de la bolsa cuando se ponen a echar cuentas.
Cualquiera de las opciones citadas implica un castigo para Balsillie y Lazaridis, que comparten insólitamente los cargos de co-chairman y co-CEO. Hace meses, los rebeldes se hubieran conformado con un reparto de roles, pero ahora les sabe a poco. Según ellos, todo el poder está en manos de dos directivos – que tal vez no se lleven tan bien como dicen – sin contrapeso del consejo, inoperante. Balsillie y Lazaridis se han resistido a los cambios porque, según ellos, nadie está en mejores condiciones de pilotar la transición hacia nuevos modelos en los que reposa el futuro de la compañía.
En la última junta de accionistas, en julio, hubo protestas sobre este modelo de gobernanza, que derivaron en una tregua tácita de seis meses, para no perturbar el desarrollo de los nuevos productos de la marca. Los contestatarios creen que los problemas se resolverían si RIM pusiera a su frente “un nuevo líder transformador y creativo”. Quizás, pero ¿dónde reclutar alguien de esa especie poco común? Promemoria: Motorola creyó encontrar uno con esos atributos, Sanjay Jha, que llevó el barco hasta el puerto de Google, como último recurso; Palm fichó a una ex estrella de Apple, Jon Rubinstein, que siguió su carrera en HP pero desde hace tres meses se ha eclipsado.
Los números cantan. RIM ha enhebrado tres trimestres consecutivos de caída de beneficios, y se supone que el cerrado en septiembre continuará la serie. Las posibilidades de recuperación están atadas al éxito de los nuevos modelos. Los cinco dispositivos lanzados recientemente – entre ellos el primer Bold táctil – han sido bien recibidos, pero con la convicción de que se trata de productos de transición, mientras se acaba el desarrollo de otra familia basada en el sistema operativo QNX, el mismo que lleva la tableta Playbook. Esta, pese a las críticas favorables, ha sido otra víctima del mal que aqueja a quienes se atreven a enfrentarse al iPad [el Xoom de Motorola y el TouchPad de HP han fracasado en el intento]. Balsillie y Lazaridis han prometido al alimón la inminente aparición de un nuevo Playbook, que corregirá su error más sangrante, la inexistencia de e-mail nativo [difícil de explicar en un producto BlackBerry] y la salida de los nuevos smartphones el año próximo.
Durante 2011, mientras BlackBerry perdía cuota en Estados Unidos, la ganaba en Europa, y en especial en España. Tiene mucho de sarcasmo que el apagón del lunes 10 empezara en Europa y luego se extendiera a otras regiones hasta afectar el servicio en Norteamérica.
Puede decirse que el desfase en la renovación del catálogo de dispositivos es casi lo de menos tras el fallo masivo de los servidores de RIM. El argumento central en defensa de las blackberries ha sido la integridad de sus sistemas, merecedores de la confianza de empresas y profesionales en todo el mundo. Es probable que el colapso de estos días anime a muchos CIO a revisar su adhesión incondicional al modelo centralizado (y seguro), y tal vez dar a sus empleados más flexibilidad en la elección de sus dispositivos móviles. Pero sería un pronóstico prematuro.