Los medios, incluído este blog de la periferia, tienden a la sinonimia entre el Silicon Valley y el sector tecnológico. Hay buenos motivos: gran parte de las noticias que circulan tienen como referencia (o como fuente) alguna empresa californiana. Lo que produce un exceso de protagonismo del bloque apodado GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) al que en otra versión se llama FAANG con el añadido de Netflix. Si no se presta la misma atención a otro acrónimo, BAT (Baidu, Alibaba y Tencent), es porque estos tres gigantes chinos tienen (todavía) poca presencia en los mercados occidentales. No la necesitan, mientras tengan un buen bocado que morder en geografías más cercanas.
Impulsados por el bloqueo de Pekín a sus grandes competidores globales – sólo Apple ha conseguido hacerse un hueco – los BAT han prosperado hasta posiciones de dominio absoluto en su país, un mercado con más de 750 millones de usuarios de Internet, cifra que no para de crecer. En el tercer trimestre de, 2017, los ingresos de Tencent y de Alibaba crecieron un 61%, mientras los de Baidu decepcionaron a los analistas al aumentar ´sólo` un 29%.
Los roles están muy bien repartidos, con pocas áreas de fricción entre los tres. Hablar de redes sociales en China es mencionar a Tencent: Qzone es el equivalente a Facebook y Weibo hace el papel de Twitter, que suman cientos de millones de usuarios, a los que se suma WeChat, que comenzó como una mensajería móvil y se ha convertido en una plataforma múltiple hasta asentarse como medio de pago.
Hoy Tencent es mucho más que una colección de redes sociales: es el líder mundial en ingresos por juegos móviles y ha entrado a fondo en los e-sports. Por si no fuera bastante, domina el 75% del mercado chino de música en streaming con tres plataformas, y está dando pasos para controlar la difusión online de eventos deportivos (ya ha llegado a un acuerdo con la NBA).
Diferente es el caso de Baidu. Esta compañía, inicialmente conocida como «el Google chino», ha perdido fuelle en el mercado de consumo tras la invasión de los smartphones. Tras alguna apuesta fallida, como O2O (online-to-offline), Baidu mira ahora hacia el medio-largo plazo. Su nueva pasión son los coches autónomos, con una plataforma abierta que atrae a unos 200 fabricantes, además de Nvidia, que da forma a su tecnología. La inteligencia artificial fue una apuesta temprana, dando origen a una suite de servicios – Baidu Brain – y un asistente propio. Incluso se ha dado el lujo de fichar como chief operations officer a Qi Lu, que llevaba años en Estados Unidos como una estrella de Microsoft.
Repetir ritualmente que Alibaba es «el Amazon chino» no ayuda a entender la invención de Jack Ma (Ma Yun). En el comercio electrónico, equivale a lo que Tencent es en las redes sociales. Pero esta comparación se queda corta: no hay más que fijarse en las cifras astronómicos del Singles Day Festival, la excusa de Ma para que cada 11 de noviembre los chinos se regalen a sí mismos. Ese día del año pasado, a través de las plataformas online de la compañía, se movieron 168.300 millones de yuanes (la friolera de 25.300 millones de dólares en 24 horas), un 39% más que en la misma fecha de 2016.
Uno de los tentáculos de Alibaba es Alipay, medio de pago nacido en 2004 que trece años después tiene 520 millones de usuarios. En 2014, copaba el 82% de los pagos móviles en China, pero desde que WeChat entró en ese negocio, esa cuota ha bajado al 54%. Recientemente, los dos colosos han entrado en colisión en el comercio electrónico: Pony Ma (Ma Huateng), el fundador de Tencent, apoya a JD.com, rival directo de la empresa del otro Ma [no tienen parentesco, pero se abrazan en público].
Por enorme que sea el mercado interno de China, se les queda pequeño, por lo que toca buscar en el horizonte. Alipay ofrece su sistema de pago en tiendas físicas de una treintena de países, mientras que su rama crediticia ya opera en Filipinas, Corea del Sur, Indonesia e India. Se dice que incluso Japón está en sus planes. La financiación no es, ni mucho menos, el único vehículo de penetración de los BAT: en Singapur y Malasia, la tienda online Lazada vende productos que aparecen en las plataformas de su primer accionista, que no es otro que Alibaba. Esta pronto exportará esa táctica a Tailandia. Mientras tanto, en Occidente sólo se conoce AliExpress, de momento una avanzadilla.
También la estrategia expansiva de Tencent pasa por los países vecinos. Ha invertido 700 millones de dólares en la popular tienda online Flipkart y otros cuantos millones en Ola, rival local de Uber. Pero no deja de mirar a Occidente: la empresa de Pony Ma se ha convertido en socio de Snap y, en el negocio de videoguegos, ha comprado Supercell (desarrolladora del superventas Clash of Clans) además de tomar una participación en Activision Blizzard. Por si esto fuera poco, ha invertido en Tesla y, hace poco, en Spotify. Desde esas posiciones, puede aprender y, sobre todo, apuntarse a las oportunidades que aparezcan.
Realmente, los tres dragones chinos no son compañías tecnológicas, que también, sino que adquieren el perfil de inversores de primera fila, al estilo del grupo nipón SoftBank, uno de los pocos que pueden medirse con ellos en Asia. Alibaba ha invertido 1.700 millones de dólares en 50 empresas pequeñas, como la de alquiler de bicis Ofo o la de reparto de comida Ele.me. Por su parte, Tencent dedicó 780 millones a Mobike (también de bicicletas) y a Didi Chuxing (que derrotó a Uber en China). En esta última inversión la acompaña Alibaba, y no es la única.
Baidu no se queda atrás en el entramado de inversiones chinas. En 2016, creó Baidu Capital, que gestiona fondos por 20.000 millones de yuanes (3.000 millones de dólares), iniciativa que complementó luego con Baidu Ventures, 200 millones para invertir en inteligencia artificial y realidad virtual o aumentada. Entre los últimos movimientos de esta compañía, presidida por Robin Li [casado con Melissa Ma, qué casualidad] se cuentan sus proyectos de automoción, una plataforma de servicios financieros, un servicio de video online y un porcentaje del operador China Unicom.
Sumadas, las BAT copan entre el 40 y el 50% de la inversión en China. Por contraste, las FAANG representan sólo el 5% en Estados Unidos. En su país de origen nada parece imposible para ellas, entre otras cosas porque no hay una legislación antimonopolio comparable a las occidentales. Como moneda de cambio, no dejan de rendir pleitesía al gobierno de Pekín.
[informe de Pablo G. Bejerano]