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  19/12/2018

AWS bajará su nube a casa del cliente

Es un hecho que Amazon Web Services (AWS) sigue ganando peso en los ingresos totales de su matriz y, lo que puede ser más relevante, contribuye a esta con casi el 60% de sus beneficios. En nueve meses de este año, su facturación (18.225 millones de dólares) ha crecido un 45% y el beneficio operativo  (5.119 millones) un 72%. La autonomía de que goza la filial es un motivo por el que algunos pronostican una escisión y otros lo contrario. Mientras no se sepa qué piensa Jeff Bezos, es un falso debate y cuando se sepa no habrá de qué debatir.  A Andy Jassy, CEO de AWS, se lo preguntan a veces pero siempre da la respuesta previsible: no hay planes de segregación del negocio cloud de Amazon.

Andy Jassy

Algo más antes de entrar en materia. En una entrevista publicada días antes de la conferencia anual re:invent, Jassy restó importancia a la observación de que AWS está creciendo a un ritmo que, pese a ser altísimo, es inferior al de Azure (89%). Las diferencias porcentuales – dijo – se originan normalmente en el punto de partida, lo que hace que el 89% de Azure represente un aumento de 1.000 millones en los ingresos de Microsoft mientras que el 45% de AWS equivale a 2.100 millones.

En la conferencia  re:invent 2018, en Las Vegas, se conoció una llamativa inflexión. AWS reconoce que la barrera para que su negocio se expanda más y más es el vértigo que provoca en muchas empresas la propuesta de sacar ciertos datos y ciertos procesos fuera de sus centros de datos. Es normal que así sea, y será tanto más normal cuanto más crezca la cuota de mercado. La omnipotencia suele despertar recelos. A muchos clientes – reales o potenciales – la transición a la nube se les atraganta; por consiguiente, hay que inventar [ya que de este verbo tanto presume AWS] alguna fórmula que suavicen la exigencia sin por ello renunciar a su muy rentable modelo de negocio.

De las numerosas novedades que se anunciaron en el multitudinario show de Las Vegas, sin duda la que cobró más protagonismo ha sido Outposts. Se trata, físicamente, de racks de computación y almacenamiento que podrán instalarse localmente en el datacenter de un cliente, y que se empaquetarán con un software exclusivo y un servicio satélite – por así decir – de su nube pública.  Nada que ver – advirtió Jassy expresamente – con una apertura a que otros proveedores puedan correr sus bases de datos o su propio software on-premise.

Por tanto, la filial de Amazon se ocupará de instalar y mantener la instalación en casa del cliente y tanto las actualizaciones como los parches periódicos serán suministrados y coordinados bajo su estricto control. Los analistas de Forrester Research han acuñado una expresión descriptiva de la novedad: nube administrada.

Esta propuesta va de la mano con VMware, tan de la mano que en el escenario Jassy se hizo acompañar por Pat Gelsinger, CEO de esta compañía. En la práctica, es un desarrollo del guión de colaboración que ambas pusieron en marcha hace dos años y que van extendiendo a distintas regiones sin que por ahora haya llegado al continente europeo.

No han trascendido más detalles específicos, salvo que Outposts estará disponible el año entrante – probablemente no antes del segundo semestre – y que tendrá distintas opciones de almacenamiento, memoria y capacidad de computación adecuada a casos de uso predeterminados.

Hay que notar que AWS no es la primera en hacer este planteamiento. Microsoft con Azure Stack y Oracle con su Cloud of Customer van por ese derrotero. Dicho sea de paso, se crea una zona de fricción posible con proveedores tradicionales como Dell EMC o HPE.

La idea que subyace en el anuncio es la integración entre la nube de AWS y Outposts para aquellas cargas de trabajo que las empresas no quieran subir a la nube de aquella. También implica arropar a ciertas aplicaciones o bases de datos con sus servicios, acercándolas físicamente y mejorando su rendimiento. Los clientes tendrán dos opciones para administrar esta infraestructura: VMware Cloud en AWS o bien instancias nativas de AWS.

Queda la incógnita de si a las empresas con entornos heterogéneos les compensará depender de un solo proveedor, que es precisamente lo que AWS busca, y si este proveedor les ofrecerá el mismo rendimiento que obtienen ahora.

Un episodio que sería anecdótico si no hubiera tanto en juego fue el frente abierto por Jassy como réplica a las alusiones del fundador de Oracle, Larry Ellison. El anuncio de que AWS dejará de usar la base de datos de Oracle –  la consiguiente recomendación de alternativas propias – ha desatado un choque frontal entre los dos personajes.

A principios de noviembre, el CEO de AWS publicaba un tuit en el que hacía referencia a clientes de su empresa que estarían abandonando el data warehouse de Oracle en favor de Aurora y Dynamo DB. Más allá de consideraciones tecnológicas, que las hay, Jassy endurecía su discurso en una entrevista a SiliconAngle. Le acusaba de falta de respeto por parte de Ellison, de subidas inesperadas de precios, de prohibiciones de usar  licencias en una infraestructura determinada e incluso de promover auditorías extorsivas, todo con el fin de pasarse a la plataforma de Oracle.

Con independencia de esta rivalidad extremada, que Outposts acentuará más, la compañía sigue de compras buscando los atajos más cortos en la construcción de su oferta. Un ejemplo ha sido Annapurna, compañía israelí de diseño de chips. El primer fruto de esta adquisición es Graviton, procesador diseñado a medida y basado en núcleos de ARM. Asegura AWS que le saldrá mucho más barato que los Xeon de Intel y sus servicios podrían abaratarse hasta un 45%.

El aumento exponencial – tanto en número como en prestaciones – de los servicios y aplicaciones web, ha multiplicado los requerimientos a la industria de semiconductores. Unas semanas antes, AMD había anunciado que AWS compraría procesadores Epyc para sus centros de datos. Los proveedores cloud – y AWS es el que cuenta con más datacenter alrededor del mundo – necesitan servidores extraordinariamente potentes, con una fantástica rapidez de respuesta, pero el mercado de servidores vive un cambio radical porque las empresas – y no sólo los hyperscalers – buscan máquinas fiables y a la vez más económicas.

Tradicionalmente, AWS ha confiado en Intel y en sus Xeon para equipar sus centros de datos; su extraordinario poder de compra le permitía  negociar unos precios muy ajustados, pero tampoco tenía demasiadas opciones, porque Intel ejerce prácticamente un monopolio sobre ese segmento del mercado. Sólo en los últimos meses, con la aparición de los Epyc, ha podido AMD soñar que puede arrebatarle algo de  cuota.

Esto podría explicar el acuerdo entre AWS y AMD, pero la primera no se conforma. Graviton es un procesador con núcleos basados en el diseño A72 de ARM de 64 bits y trabaja a 2,3 GHz que, en cuanto a prestaciones y capacidad, no es nada del otro mundo: a lo sumo, puede compararse con un Xeon D-2100 de gama más bien baja.

Tampoco se trata de un capricho de última hora de AWS. Hace años que igual que otros hyperscalers y grandes centros de datos corporativos, intenta desarrollar servidores propios con arquitectura más eficiente y a menor coste. En 2015, invirtió 350 millones de dólares en la compra de Annapurna y sobre ella montó una división con la tarea de alcanzar prestaciones equivalentes a las de los Xeon.

Según Peter de Santis, responsable de infraestructura global de AWS, Graviton es una solución ideal que ofrecer a las empresas que quieran ampliar el número de servidores que tienen a su disposición en la nube, especialmente para atender los requisitos de servicios web y comercio electrónico. AWS – dijo de Santis – dejará que sus clientes elijan qué aplicaciones quieren que corran en procesadores de Intel y AMD o en los Graviton.

No es fácil elección. Intel y AMD comparten la arquitectura x86, lo que hace que la mayoría de las aplicaciones puedan funcionar casi sin cambios. Pero como Graviton se basa en una arquitectura ARM, requerirá ajustes en las aplicaciones. AWS dice disponer de las herramientas para hacerlo.

Permita el lector una digresión. A principios de la década, Amazon y AMD trabajaron juntas en el diseño de un procesador con núcleos ARM de 64 bits que debía equipar grandes centros de datos. Pero AMD acabó desentendiéndose del proyecto y fue entonces cuando su socio optó por comprar Annapurna y seguir la tarea por su cuenta.

Poco se sabe de las características de Graviton. Por ejemplo, se ha dicho que consume más energía que un Xeon equivalente, pero en la medida que AWS factura por prestaciones y no por energía consumida, este parámetro sirve de poco a los clientes. En cualquier caso, de momento tendrá un solo cliente, su dueño. Lo importante es el mensaje que transmite: Amazon Web Services tiene tres cartas y puede jugar cada una contra las otras.

[informes de David Bollero y Lluís Alonso]


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