De un tiempo a esta parte, la percepción pública sobre Apple ha dado un giro desconcertante. Algo así como si aquel alumno admirado como el mejor de la clase, de pronto se resignara a ir a remolque del resto. No se debe exactamente a un cambio de humor hacia la marca, tan valiosa como siempre, sino a la observación de que, a diferencia de sus pares tecnológicos, Apple no se ha prodigado con la inteligencia artificial tanto como podía esperarse de su historial. Su último movimiento consiste en depositar en manos de los desarrolladores afines la tarea de introducir la IA en el ecosistema de Apple. Y, en lugar de un chatbot que lo controle todo, diseminar su tecnología entre las aplicaciones.
Tim Cook y Craig Federighi
Vaya por delante que Apple no renuncia a Siri: hacerlo sería costoso para la marca y carecería de justificación. Pero su prioridad actual es otra, por lo visto: identificar pequeñas utilidades, a diferencia de un asistente que pretenda abarcar cualquier consulta y llame a alguna app para resolver la petición. ¿Será verdad que Siri – creado en 2007 y adquirido por Apple en 2010 – no ha madurado lo suficiente como para asumir ese papel en las condiciones de la IA generativa?
En lugar de las promesas de la conferencia de desarrolladores del 2024, este año ha prevalecido la contención. Craig Federighi, VP de desarrollo de software y excelente presentador, apenas mencionó la sigla AI, tal vez consciente de que la coincidencia entre Artificial Intelligence y Apple inteligence es por lo menos confusa, dadas las circunstancias.
¿Y cuáles son esas circunstancias? Que Apple no se suma de corazón a todos los ditirambos que se dicen sobre la inteligencia artificial: guarda distancias y las hace patentes. Una consecuencia sería su retraso relativo cuando se mira en el espejo de la industria. Al extremo de que John Giannandrea, quien fuera un fichaje estrella hace siete años parece haber agotado su crédito con Tim Cook: este año ni siquiera salió a escena, aunque conserva su puesto.
La WWDC del 2025 ha desvelado un rediseño en la interfaz de los sistemas operativos de la marca. El nuevo iOS 26 – nomenclatura que se ha querido coordinar con el año fiscal de la compañía – tendrá botones más redondos, menús más transparentes y reflejos al inclinar el dispositivo. Está bien para la vista, pero los desarrrolladores venian a por alimento y Apple les dejó (relativamente) con apetito.
El plato principal servido en la conferencia trae como novedad la posibilidad de acceder a un framework de modelos fundacionales; un modelo de lenguaje que se ejecuta localmente y sin coste para los desarrolladores. Esta ha sido la gran apuesta, que a algunos ha sabido a poco.
Lo habitual es que para incorporar la IA a una aplicación, ha de conectar con una API de un LLM desarrollado por un tercero. Esto supone un gasto, con lo que el movimiento requiere una justificación económica o competitiva. Con esta fórmula, Apple permite a cualquier desarrollador dar una pátina de IA a su aplicación. Hay quien compara esta estrategia con el lanzamiento de la App Store, que abrió en 2008 con 500 apps y actualmente acoge 1,8 millones. Su mérito ha sido permitir a cualquier desarrollador crear y distribuir una app muy sencillamente, por canales distintos a los tradicionales en la venta de software.
Este enfoque de Apple busca expandir el uso de la IA en las apps de iOS y MacOS, una forma de robustecer el ecosistema de la marca. No faltan desarrolladores escépticos acerca de las capacidades de los modelos pequeños de lenguaje, que se ejecutan en el dispositivo.
Desde luego, esos modelos no están ni pretenden estar al nivel de un LLM que funciona en la nube, pero no todos los casos de uso de la IA requieren tal rendimiento. Aún está por ver si los SLM (small language model) son adecuados para las funciones que se les asignan. Cuando no lo sean, dice Apple, se permitirá utilizar su Private Cloud Compute, con un procesamiento privado de los datos personales, un mantra al que la compañía no va a renunciar. Para los desarrolladores, quizás haya otro escollo: no queda claro si podrán afinar el entrenamiento de los modelos con sus propios conjuntos de datos. Por cierto, Apple promete facilitar a los desarrolladores un asistente para la programación en su entorno de desarrollo integrado, Xcode26. Por defecto, aparecerá ChatGPT, pero se podrán escoger más opciones.
Aparte de agasajar a los desarrolladores – que han sido tan valiosos para la marca de la manzana – Apple integra en iOS 26 más funcionalidades de IA, pero lo hace con discreción. Toma capacidades concretas de Apple Intelligence y las incorpora a algunas de sus apps. Lo más llamativo es que Messages y faceTime tendrán una función para traducir mensajes en tiempo real. Pero también una opción (Visual Intelligence) para que el sistema reconozca lo que aparece en pantalla. La IA entenderá el contexto y recomendará ciertas acciones. Si se trata de la fotografía de un panfleto o de un concierto, por ejemplo, creará en el calendario un evento con los datos disponibles.
En algunos casos, lo que mostró Apple en su sede de Cupertino se acercaba al concepto de agentes de IA, capacitados para una misión concreta como examinar y clasificar archivos automáticamente, tanto en MacOS como en iOS. Es una táctica diferente a la que sigue Google con Android y que ha convencido a fabricantes como Samsung y Xiaomi. En este caso, se deja a Gemini como una puerta a Internet y al sistema operativo del smartphone, aspirando a que ayude a controlar las apps, mientras que Apple disemina su capacidad entre ellas para que cada una tenga funciones “inteligentes”.
A nadie escapa que con esta estrategia Apple busca, ante todo, ganar tiempo. Dado que Siri no ha podido actualizarse para ofrecer a los usuarios una experiencia satisfactoria, es necesario mantener con buena salud el ecosistema de servicios de iOS. Y esparcir la IA generativa entre las apps es la fórmula para no quedarse atrás hasta que la Apple Intelligence esté al nive de OpenAI o de Google.
Tampoco es la primera vez que Apple llega tarde a ciertos avances del software y después recupera el terreno perdido. Su aplicación Mapas, por ejemplo, no apareció hasta el 2012 mientras que iMessage se lanzó en 2011, cuando WhatsApp llevaba en el mercado desde el 2009.
Con todo, los anuncios de Apple este año no ocultan el anhelo por un Siri remodelado por completo. Federighi dejó muy claro que no habrá próxima versión del asistente hasta que no cumpla con todos los estándares de calidad que Apple se exige a sí misma. Pero el tiempo pasa, en este sector que avasalla con novedades cada semana.
No hay que olvidar que el hardware de Apple puedeb actuar como un arma de doble filo. Sus iPhone 14 y 15 cuentan con 6 GB de RAM, capacidad que quizá se quede corta para procesar localmente tareas de IA. En cambio, el iPhone 16, del año pasado, cuenta con 8 GB de RAM, que se comportan mejor. Por un lado, la compañía trata de impulsar una genuina renovación del parque de terninales, pero al mismo tiempo habrá muchos usuarios que recurrirán a ChatGPT o a Gemini en sus iPhones antiguos. Y si la IA se confirma como factor distintivo a la hora de elegir un smartphone, ser usuario de Gemini podría hacer que acaben decantándose por un Android.
Todo lo anterior vale para el ámbito global. Quiere decir que China es un caso muy especial, en el que los problemas se multiplican para Apple. Dejando de lado el rifirrafe con Donald Trump por las fábricas y el mareo de los aranceles de quita y pon, el problema es que el iPhone ha caído al tercer puesto en el mercado chino. Le superan marcas locales que llevan su propio paso pero que, además, están avanzadas en la integración de la IA.
No hace falta insistir en las especificidades del mercado chino. El régimen de Pekín impide la disponibilidad de chatbots que no sigan las directrices de la censura, así que Tim Cook se ha visto en la necesidad de buscar un socio local. Ha mantenido conversaciones con varios desarrolladores de modelos de IA, tales como Baidu y Alibaba para incorporar sus modelos a la versión china del iPhone. Pero cuando se extendió el rumor de que habría llegado a un acuerdo con Alibaba, en Washington se llevaron las manos a la cabeza y el asunto puede estar congelado mientras se encuentra solución a otros problemas no menos delicados.
Nada más acabado el WWDC, se reactivaron los rumores según los cuales Apple prepara alguna adquisición de campanillas en el campo de la IA, para paliar sus insuficiencias. Ninguno se ha confirmado, lo que no quiere decir que estuviean infundados. Una posibilidad sería llegar a un acuerdo con Mira Murati, ex CTO de OpenAI, que ha lanzado su propia compañía, Thinking Machines, respaldada por una ronda dirigida por Andreessen Horowitz. Visto el historial de Murati no está claro que sus líneas de trabajo conocidas puedan resolver el problema inmediato de Apple.
El otro rumor, insistente, alude a conversaciones internas de Apple sobre una eventual adquisición de Perplexity, que estuvo en el radar de Mark Zuckerberg antes de que Meta se decantara por comprar el 49% de Scale (y su mediático fundador, Alexandr Wang) en su obsesiva búsqueda de “superinteligencia”.
El interés de Apple por Perplexity, en su caso y salvados los ajustes “culturales” entre los equipos de ambas compañías, podría tener un objetivo material: permitiría a la marca de la manzana incorporar un buscador basado en IA y, de paso, reduciría el riesgo regulatorio por el acuerdo vigente por el que durante años ha arrendado el motor de búsqueda de Google y por el que paga la friolera de 20.000 millones anuales, según se ha desvelado recientemente.
[informe de Pablo G. Bejerano]