La conversación con Anders Bylund, en un salón de la embajada de Suecia, empezó de manera sugestica: «Durante 125 de sus 140 años de existencia, Ericsson ha sido conocida como proveedor de equipos de telecomunicaciones, y en los 15 más recientes ha vivido una profunda transformación, en la que los servicios son no menos importantes que la tecnología». Aproximadamente un 50% de los ingresos es actualmente aportado por la prestación de servicios, y estos serán el tema de la entrevista. Bylund ha venido a Madrid para participar, con otras compañías de su país, en una jornada dedicada a la perspectiva de las ciudades y los servicios públicos, su especialidad dentro de Ericsson.
Uno de los ejes de su presentación previa fue la tendencia creciente a la combinación entre redes públicas y redes privadas. Otro fue el número de tecnologías implicadas en la prestación de servicios que circulan por esas redes. «Pasar de un par de cientos de miles de dispositivos conectados a un par de millones, exige la adopción de estándares, y este es un reto de actualidad para las compañías de agua, gas y electricidad, en un tiempo el el que se plantean conceptos como smart grid, smart metering o machine-to-machine, todos en el contexto de las ´ciudades inteligentes` o, para decirlo con el lema de la jornada, ´SymbioCity`. El papel de las TI en este contexto – subrayó Bylund – es doble: dar más poder a los usuarios y aumentar la eficiencia de las utilities.
Hoy ha dicho usted, en su ponencia, que las utilities están viviendo un cambio de paradigma en el uso de las TI, intenso pero con retraso si se compara con otras industrias. ¿Por qué?
Porque no se trata sólo de tecnología. La tecnología es un facilitador, pero se necesitan muchos cambios por parte de los usuarios, y también hace falta que cambie el funcionamiento de la regulación. Pero si nos fijamos sólo en la tecnología, en las TI que tenemos y que han evolucionado en los últimos dos o tres años, lo menos que se puede decir es que muchas cosas de las que se hacen no hubieran sido posibles sin ellas.
¿Por ejemplo?
Le daré un ejemplo que sólo es parcialmente relevante para Europa, pero que puede serlo mucho en América Latina y en Asia. Se ha estimado que las redes eléctricas en India tienen pérdidas de energía del 30%, debidas a la falta de conectividad y a la debilidad de sus procedimientos de control y gestión. De hecho, no se sabe cuál es el estado real de las redes en muchísimos lugares del país. Sólo con desplegar sensores y actuadores, se podría subsanar en gran parte el problema: la tecnología necesaria existe y la tienen a su alcance desde hace años, pero se trata de una tecnología no estándar y demasiado cara para esos sistemas concretos. Nosotros, en Ericsson, estamos viendo que algunas soluciones estén en las comunicaciones de radio. Y se podrían utilizar si las compañías construyeran sus propias redes de comunicación, que es lo que algunas prefieren para mantener en sus manos un cierto control, pero nosotros pensamos que ese flujo de información sería más eficiente si se usaran redes públicas. Quizá gestionar una red eléctrica no se pueda considerar como un caso de misión crítica, pero la recogida de los datos no hay duda de que lo es. A lo que quiero llegar es a que tenemos tecnologías que no teníamos hace cinco años, y que estarán vigentes durante los próximos cinco o diez años. Esto en lo que concierne a la tecnología.
[…] hace un momento ha insinuado que el problema no es la tecnología sino las operaciones.
Desde el punto de vista operativo, algunas industrias ya han dado ese paso hacia un cambio de paradigma. Recuerdo muy bien las discusiones que teníamos hace quince años con los operadores de telecomunicaciones: cuando les hablábamos de las ventajas de las redes gestionadas, su primera reacción era “ni hablar, amigos, las redes son vitales para nuestro negocio, necesitamos tener el control, y no vamos a caer en la dependencia”. Como usted sabe, Ericsson gestiona actualmente para esos mismos operadores redes con más de 1.000 millones de usuarios. Por lo tanto, el problema que comentaba, ya lo hemos vivido y resuelto en la práctica.
¿Vale lo mismo para las compañías eléctricas?
Se puede sostener el argumento de que gestionar redes de comunicación no es su core business, y esta puede ser la razón por la que en los últimos años han estado mejor dispuestas a discutir en estos términos: “OK, haceros cargo de nuestras operaciones, os damos unos KPI que tendréis que cumplir como métrica, pero el cómo resolváis los problemas es asunto vuestro”. Está claro que, para estas compañías, la palabra flexibilidad significa que si algo no sale según lo esperado, podrán rescindir el contrato o buscarse otro proveedor. En cierto modo, se lo habremos facilitado al introducir tecnologías estándar: si un proveedor te falla, lo puedes reemplazar sin perder tus activos ni tus competencias. ¿Me extiendo demasiado?
Está bien así, no se preocupe. En su presentación, ha mencionado tres conceptos: software como servicio, métrica como servicio y conectividad como servicio. ¿Cuál es el contenido de cada uno de ellos, y cuál sería el papel de Ericsson en estos campos?
Cuando nos referimos a X como servicio, o XaaS, es porque X es una variable por definir. El concepto de software como servicio es de sobra conocido, el de conectividad como servicio (CaaS) tiene ahora mismo un buen exponente en Reino Unido, donde a O2, la filial británica de Telefónica, se le ha adjudicado el despliegue de medidores de electricidad y gas en 35 millones de hogares, una operación cuyo valor – según lo que he leído en la prensa – sería de unos 15.000 millones de libras para un contrato de veinte años. Este es, por lo que parece, el mayor contrato que pone en valor la noción de machine-to-machine.
¿Cuál es la diferencia con la métrica como servicio?
En la filial sueca de E.ON, hablamos de Smart Metering as a Service (SMaaS) y quizás este nombre tenga una dosis de marketing, pero expresa muy bien de qué se trata. Lo importante es que la eléctrica obtiene un output que se le entrega como servicio; E.ON ha definido el output que pretende, y nos hemos puesto de acuerdo sobre cinco o seis categorías de usuario y sus respectivas prioridades. Una vez definido qué datos necesita nuestro cliente para cada categoría, los aportamos con la frecuencia acordada, y si no cumplimos por alguna razón achacable a nuestra responsabilidad, nos penalizan. O sea que nuestra gestión está basada en un determinado output que se espera de nosotros. No sé si la expresión SMaaS se extenderá en los próximos años, pero lo que realmente importa es el foco: qué espera el cliente que le entreguemos como servicio.
¿Lo tienen claro esos clientes?
Es el quid de la cuestión. Suponga que vendemos un cierto equipamiento a una cierta compañía eléctrica: lo normal es que nos pida que lo instalemos, pero también podría pedir a un tercero que lo instale, y en este caso nuestra responsabilidad habría terminado, por lo que ellos tendrían que dotarse de su propia competencia para mantener los equipos, y deberían contratar personal cualificado que esté al tanto de las últimas tendencias en materia de estándares. Esto, nosotros lo tenemos, hemos invertido para disponer de estas capacidades, pero la eléctrica no tiene necesidad de ello: su core business es centrarse en la relación con sus clientes.
Ericsson no está sola en esa posición […]
Verdad, es lo que normalmente ocurre en este como en otros mercados. Tenemos competidores.
¿Quién es el competidor más peligroso, y cuál es la ventaja competitiva de Ericsson?
Tenemos por costumbre definir tres tipos de competidores. Uno es el tradicional fabricante de equipos: está Huawei, está Alcatel-Lucent […] y son competidores fuertes. Luego, hay grandes compañías de servicios informáticos (IBM, Accenture o Capgemini) que son huesos duros de roer. Y por último hay pequeñas compañías más pequeñas, de nicho, que tienen cierto poder dentro de la cadena de valor, y son objeto periódico de adquisiciones. No podría decir si unos son más peligrosos que otros; depende mucho de la geografía de que se trate: un actor dominante en un país puede no tener relevancia en otro.
¿Cuál es el atributo que más cuenta?
El mercado. La posición y las relaciones en el mercado. Uno de nuestros retos, y una de nuestras ventajas, es que la industria eléctrica prefiere tratar con proveedores de largo alcance; no quiere trabajar con recién llegados que tal vez no estén ahí cuando pase un tiempo. Lo que tenemos que probar es que estamos invirtiendo para esta industria en concreto; hemos estado en las telecomunicaciones durante 140 años, y aspiramos a estar otros 140 años, pero el sector energético nos ve como nuevos en el barrio. Se puede pensar que es una desventaja, pero también tenemos ventajas competitivas. Destacaría dos: a) somos un actor relevante en determinadas tecnologías, y al menos una fundamental somos líderes, las comunicaciones móviles y b) tenemos una capacidad global de prestación de servicios, con 60.000 personas que se ocupan de la integración de sistemas y servicios gestionados alrededor del mundo.
Si ese fuera el parámetro para juzgar, IBM sería más grande […]
Exacto. IBM compite con nosotros en capacidad de prestar servicios, pero no tiene el liderazgo tecnológico de Ericsson en estas materias. Opera en más países y emplea más gente, y probablemente su marca es más notoria que la nuestra. Por lo tanto, tenemos que competir con ellos en los campos en los que somos mejores, como la comunicación máquina-a-máquina o la conectividad. Otro competidor muy serio es Accenture, fuerte como integrador de sistemas, al que a veces hemos ganado y otras nos ha ganado.
¿Podría describir esa capacidad de Ericsson?
Es una de nuestras fortalezas. Gestionamos 600.000 medidores para E.ON en Suecia, y para ellos estamos construyendo un centro de operaciones de red fuera de Suecia. La oportunidad que vemos es que sería posible una integración de esa capacidad con las que E.ON necesitará montar en otros países donde opera, y no excluyo España. ¿Sería posible? Desde luego que sí, tendríamos una mayor masa crítica y costes mejor repartidos. Si gestionamos 600.000 smart meters, podemos gestionar otros 600.000.
Lo que usted describe cabe bajo una categoría-paraguas, que se conoce como smart cities, y en noviembre habrá una conferencia mundial en Barcelona. Tengo presentes tres grandes compañías afines al concepto: IBM, Cisco y Ericsson, aunque seguramente hay más […]
Sí, las tres compañías que ha nombrado estamos presentes en ese campo, pero entre ellas hay diferencias de enfoque, porque cada una viene con distinto background.
Pero las tres ponen las redes en primer plano, y las tres abusan del adjetivo smart […]
Las utilities son parte fundamental del concepto de smart city. No tengo presentes las cifras específicas, pero nuestros estudios constatan que el año pasado había más gente viviendo en ciudades que fuera del medio urbano. Esta tendencia seguirá en ascenso en Asia y África, y cualquier alcalde o responsable de infraestructuras de servicios le dirá que las utilities son el principal factor que condiciona, para bien o para mal, la evolución de esa tendencia.
[…] sin olvidar el transporte, una función vital en las ciudades.
No lo olvido, puede estar seguro. El transporte es otro área en la que Ericsson trabaja. ¿Por qué? Porque de la tecnología de comunicaciones depende que ir del punto A al punto B de una gran ciudad sea más o menos inteligente. Por ejemplo, las conexiones de los smartphones dan información valiosa acerca de las pautas de movimiento de los habitantes de una ciudad, pero esa información hay que recogerla y tratarla con respeto por la privacidad. Y gracias a esa información se pueden tomar medidas de gestión de las vías y medios de transporte. La conectividad, el desarrollo de la banda ancha pasa a ser un objetivo esencial para la calidad de vida de los ciudadanos. Se ha estudiado que cada 10% de penetración de la banda ancha influye aumentando el PIB en el 1% […]
En mi web he publicado un resumen de un estudio de Ericsson que […]
No me refería a ese estudio sino a otro que leía ayer en el avión, viniendo a Madrid. Es de una universidad sueca, y está centrado en la penetración de la banda ancha en cierto número de países. Hay una correlación entre el aumento de penetración de la banda ancha y el número de compañías nuevas que se crean, y esa correlación consiste en que si la penetración crece un 10% en un territorio, el número de compañías en ese área crece un 3,5%. La contribución que nosotros podemos hacer es obvia: facilitar la mayor conectividad posible, y la capacidad de análisis de los datos que esa conectividad aporte.