16/11/2010

AMD renueva su hoja de ruta

Esta semana, AMD inicia las entregas de sus primeros chips de la familia Fusion, que integran en una pieza de silicio dos elementos tradicionalmente separados: de la cópula entre CPU y GPU ha nacido lo que este fabricante llama APU (Accelerated Processing Unit) o unidad de procesamiento acelerado. Según Dirk Meyer, presidente de la compañía, responde a una notoria tendencia de la computación: las capacidades gráficas ganan importancia creciente, y cualquiera puede apreciar que ya no están relegadas a determinados usos sofisticados o lúdicos; al mismo tiempo, la integración reduce el consumo de energía y alarga la vida de la batería en dispositivos portátiles.

En palabras de Meyer, los procesadores gráficos son “ciudadanos de primera clase” con méritos no menores a los de una CPU. El origen del plan se remonta a 2006, año en el que AMD compró la empresa ATI, especializada en chips gráficos, cuya tecnología ha sido esencial para desarrollar la nueva línea de productos. En aquel tiempo, los 5.400 millones de dólares pagados por la adquisición parecieron desorbitados y, de hecho, los años siguientes fueron un calvario para AMD. Ahora, la decisión adquiere sentido porque, por primera vez, AMD consigue colocarse por delante de Intel, que hasta el año próximo no tendrá lista su alternativa, conocida como Sandy Bridge. Para aprovechar esta ventana de oportunidad, ha alterado su hoja de ruta, dando la máxima prioridad a la arquitectura Bobcat. Sus primeros productos se llamarán Zacate – para notebooks – y Ontario – orientada a netbooks y otros aparatos pequeños. Los primeros sistemas equipados con ellos se presentarán en enero en el CES de Las Vegas.

El principio técnico con el que se justifica esta primera plataforma integrada es el siguiente. Lo normal, hasta ahora, era la combinación de dos chips – CPU y GPU – unidos a través de un bus y una conexión de memoria. Los nuevos APU eliminan el primero y aceleran considerablemente la segunda, de manera que – según los técnicos de AMD – triplican la potencia a la vez que reducen significativamente el tamaño del chip y su consumo de energía. Esto facilitará el diseño de dispositivos más compactos y permite imaginar una nueva generación de aplicaciones. AMD se ha comprometido a crear un fondo para apoyar financieramente el desarrollo de software que explote esa capacidad.

Adicionalmente, la hoja de ruta de AMD prevé una segunda plataforma integrada, Bulldozer, que empezará a despacharse el año próximo, con tres chips: Zambezi (en versiones de 4, 6 y 8 núcleos) para ordenadores de sobremesa, Valencia (6 y 8 núcleos) e Interlagos (8,12 y 16 núcleos), estos últimos para servidores.

La semana pasada, durante su Financial Analyst Day, los directivos de AMD desvelaron una previsión de mercado al que se dirigen: de 478 millones de unidades en 2011, debería pasar a 595 millones en 2015, y en ambos casos los portátiles representarán la mitad. Preguntado por los tablets –no incluidos en esa estimación – Meyer se limitó a afirmar lo obvio: que esta categoría eleva las necesidades de procesamiento gráfico, pero fue elusivo sobre los planes de la empresa.

Pasarán meses antes de que se pueda apreciar el efecto de estos lanzamientos en la posición de AMD en el mercado. Según el último informe de IDC, su cuota en el segmento de procesadores para portátiles es del 13,7%, mientras Intel sigue inconmovible en el 85,9%. La cuenta de resultados publicada a mediados de octubre revela que, después de varios años de penuria, AMD ha cruzado el umbral de rentabilidad: el trimestres se ha cerrado con 1.620 millones de dólares (+16% en el trimestre) y 108 millones de beneficios (un año antes fueron de sólo 2 millones).


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