Rory Read, CEO de AMD desde agosto del año pasado, se mueve rápido, consciente de que se dan las condiciones para librar a la compañía de su trayectoria como sparring de Intel. Y para esa maniobra ha escogido el mercado de los servidores, que se encuentra en plena ebullición. Read ha usado un curioso adjetivo para describir su estrategia: ambidextro. Quiere decir que para AMD ya no tiene sentido empeñarse en perseguir a distancia a un rival inalcanzable, ni encadenarse a la arquitectura x86, que ambas comparten. La nueva actitud explica la compra por 334 millones de dólares de la pequeña empresa SeaMicro, un golpe que no habrá hecho ninguna gracia en el cuartel general de Intel.
A comienzos de febrero, en una conferencia con analistas, AMD avisó de que su meta inmediata era reforzar su posición en los procesadores para servidores. Se pensó que hablaba de una batalla inminente entre sus chips Opteron y los Xeon, de Intel, cuyas nuevas versiones deben salir este año. Pero había más: los nuevos directivos de AMD decidieron que, además de mejorar el rendimiento de Opteron, necesitaban una nueva tecnología que ofrecer a sus clientes, los fabricantes de servidores. Aquí entra la compra de SeaMicro. Fundada hace menos de cinco años, esta compañía diseña y monta racks equipados con procesadores Atom. Que ahora pase a manos de AMD es una perturbación para Intel, que ha presentado la actividad de SeaMicro como prueba de sus progresos en el nuevo campo de los microservidores, así llamados porque empaquetan más potencia en menos espacio y con menor consumo de energía.
Para evitar malentendidos, el fundador de SeaMicro, Andrew Feldman, ha creído necesario precisar que su empresa no le debe nada a Intel: “los procesadores y chipsets que integramos en nuestros productos los hemos comprado a distribuidores”. Añadió que no hay planes de abandonar los chips de Intel, aunque es evidente que adoptará los de AMD.
La innovación tecnológica que propone SeaMicro no está en la CPU ni en la memoria, que son productos estándar, sino en un chip ASIC de diseño propio, que se ocupa de la comunicación entre los componentes formando una trama o fabric, que constituye el verdadero atractivo de la compañía. Su principal cliente es Dell, que revende estas máquinas bajo su propia marca. Es pronto para saber si las partes mantendrán el acuerdo con chips de Intel o se incorporarán las alternativas de AMD.
La pregunta que surge inmediatamente es qué va a hacer AMD con su adquisición. ¿Piensa entrar en el negocio de servidores, lo que equivaldría a competir con sus clientes Dell y HP? De ninguna manera; Mark Papermaster, su CTO, ha dejado claro que la tecnología de SeaMicro “se pondrá a disposición de los fabricantes de servidores que utilizan nuestros procesadores”. De todos modos, Rory Read ha aclarado a los analistas que la adquisición de SeaMicro no tendrá ningún efecto práctico sobre la hoja de ruta de Opteron para 2012 y 2013, y que AMD no se plantea abandonar su negocio de la arquitectura x86.
Supuestamente, antes de cerrar la compra de SeaMicro, AMD estuvo tanteando la posibilidad de adquirir Calxeda, fabricante tejano de chips que tiene en marcha un proyecto de microservidores con HP. Aparentemente, lo que inclinó la balanza fue que la propiedad de SeaMicro – que podía caer “en otras manos” – le permitiría por primera vez poner a Intel a la defensiva una categoría, los microservidores o servidores densos, que pronto podría representar el 20% del total del mercado.
Sin embargo, el alboroto provocado por la noticia ha reverdecido el rumor sobre la posibilidad de que AMD negocie una licencia sobre la arquitectura ARM, que tras haber triunfado en los móviles y asomarse a Windows 8, ahora prepara su asalto a los servidores. Después de haber pasado décadas como esforzado telonero de Intel, a AMD se le abriría la posibilidad de apoyarse en el enemigo de su enemigo. Podría hacerlo por dos vías: retomando la negociación con Calxeda, entre cuyos activos se encuentra una de esas licencias, o llamar a la puerta de ARM para comprar directamente una licencia.