A sus 49 años de edad, AMD puede al fin postularse como lo que siempre quiso ser: un rival temible para Intel. Muy pronto pondrá a la venta su nueva generación de procesadores Epyc para centros de datos, fabricados con reglas de diseño de 7 nanómetros, un avance que pone de relieve la crisis industrial que vive su adversario, atascado aún en los 14 nanómetros. No se han publicado aún sus prestaciones definitivas ni su precio, pero a principios de este mes la compañía hizo una demostración de la que se desprende que su rendimiento va a la par sino por delante de los Xeon. Lisa Su, CEO de AMD, confirmó el compromiso con ese segmento de mercado: “es nuestro espacio y queremos liderarlo”.
La compañía calcula que el mercado de centros de datos será de 29.000 millones de dólares en 2021, y de esa cantidad aproximadamente un 65% [redondeando, 19.000 millones] se gastará en procesadores y el 35% restante en tarjetas gráficas. Cifras abultadas que, de mantenerse el reparto actual, se llevarían a casa Intel y Nvidia. Pero el equilibrio se ha roto desde el fichaje de Mark Papermaster (veterano de Apple y Cisco) como CTO y segundo a bordo de facto.
No sé sabrá hasta mediados del año próximo si la estrategia ha dado frutos o si la réplica de los rivales ha logrado frenar a AMD. Lisa Su es prudente en su pronóstico. Su objetivo, según ha declarado, es conquistar un 5% del mercado de servidores en 2019 para alcanzar el 15% como máximo a finales de 2020. Según estima IDC, AMD obtuvo una cuota en unidades del 9,2% del mercado global de procesadores x86 en el segundo trimestre de este año, frente al 7,4% dos años antes. En facturación, en cambio, ha pasado del 2,6% al 5,3%. El cálculo es muy distinto si se restringe a los chips para servidores: Intel acapara el 99%.
AMD se ve capaz de competir de igual a igual con Intel por dos motivos principales: el primero es un catálogo superior en prestaciones – tanto para PC como para servidores – a un coste de producción mucho más bajo; el segundo, porque Intel ha quedado atrapada en sus problemas de producción y no está previsto que su paso a los 10 nanómetros esté en el mercado hasta 2020, o en el mejor de los casos a finales del año próximo.
Según los expertos en semiconductores, la supuesta superioridad de los productos de AMD se debería a la modularidad con la que se diseñan y fabrican. Mientras los Xeon y los Core de Intel se construyen sobre un único chip de tamaño relativamente grande, los Epyc y los Ryzen, de AMD, están formados por varios diminutos chips de proceso diminutos en torno a un chip de control de entrada y salida de datos centralizado.
La arquitectura modular permite a AMD fabricarlos con menos piezas defectuosas y a coste más bajo. A Intel, por su lado, le sale más caro fabricar un Xeon más potente porque supone añadir complejidad al diseño, que implica una ratio de defectos más alta.
Según Papermaster, producir un chip grande (para un Epyc de 14 nm) cuesta 1,7 veces más que el mismo fabricado en 7 nm. El CTO no tiene dudas de que en los próximos años todos los fabricantes adoptarán un diseño similar al de AMD, porque será muy complicado producir chips grandes con reglas de diseño muy pequeñas, de 7, 5 o incluso 3 nanómetros.
La modularidad permite a AMD comercializar sus Epyc encapsulados con varios módulos de ocho núcleos. Por esto Lisa Su ha podido prometer procesadores de 64 núcleos, lo que quiere decir ocho módulos de ocho núcleos. En teoría, podría hacer combinaciones varias encapsulando más módulos.
AMD goza de una rara flexibilidad de suministro, a diferencia de Intel, que depende (sic) de sus propias fábricas. Los procesadores de aquella son fabricados por TSMC mientras que la unidad de entrada y salida la hace GlobalFoundries.
Las características de sus chips son atractivas para los proveedores cloud. Ya ha convencido a Microsoft (Azure), Baidu, Alibaba, Tencent y Oracle para incorporar Epyc en sus respectivas infraestructuras, pero este mes ha anunciado el cierre de un acuerdo con Amazon Web Services (AWS), la compañía con más centros de datos del mundo. Por otro lado, las dificultades que vive Intel han allanado el camino para que HPE, Lenovo, Asus, Dell EMC, y los taiwaneses Gigabyte y Wistron compren más productos de AMD. De los Ryzen de segunda generación no hay fecha; se supone que no será presentada hasta el segundo trimestre del año próximo.
Es oportuno situar la actualidad en perspectiva histórica. La empresa cumplirá el año que viene medio siglo de una azarosa existencia. Nacida sólo un año después de Intel, AMD ha ido a remolque de esta, produciendo principalmente procesadores x86. Desde el principio tuvo la licencia de esta arquitectura gracias a que a Intel le convenía presentarse como estándar. En varias ocasiones esta intentó zafarse del acuerdo, pero los tribunales han dado repetidas veces la razón a AMD.
Durante unos años, AMD consiguió controlar entre el 15% y el 25% del mercado de procesadores para PC y portátiles, de fabricación propia. Con posterioridad, se concentraría en chips para consolas, tarjetas gráficas y otros productos de consumo, con resultados desastrosos, de modo que la cuota de mercado pasó a ser testimonial. Bajo la batuta de Lisa Su, elevada a CEO en 2014, Mark Papermaster ha completado el desarrollo de una arquitectura innovadora, Zen, que es común para todos los procesadores de la marca.
Los productos basados en Zen han sido bien recibidos por su relación precio/prestaciones, pero AMD no ha acabado de hincar el diente en el cuello de Intel. Fundamentalmente por las bien rodadas prácticas comerciales de esta. Realmente no es fácil que un cliente, por muchas pruebas que esté dispuesto a hacer, se decida a abandonar su suministrador de toda la vida.
Ahora, con la disponibilidad de la segunda generación Zen –con reglas de diseño de 7nm en lugar de 14 como la primera – AMD tiene la oportunidad de dar batalla a Intel. Con ventaja, porque al menos en teoría, porque en Zen 2 los electrones deben recorrer menos distancia, lo que permite rendimientos 25% más elevados y menor consumo que la Zen original.
Entretanto, Intel sufre graves problemas de producción, que han desbaratado su hoja de ruta. Sería un grave error pensar que AMD lo tendrá fácil para ganar una cuota apreciable en el mercado de servidores, aun cuando pueda presumir de tener un producto superior. Intel ha jugado bien sus cartas, al complementar la novena generación de Xeon con una gama de memorias intermedias que elevan su rendimiento en los centros de datos. Queda partido por jugar.
[informe de Lluís Alonso]