Por una mayoría de 6 a 2 el Tribunal Supremo de Estados Unidos [SCOTUS] ha dado la razón a Google en un litigio que durante once años ha pasado por tres juicios y dos recursos hasta recalar en la máxima instancia judicial. Además de Google, estos días lo festejan compañías que – aunque no simpaticen con aquélla – se han librado de un casi seguro cataclismo en sus ecosistemas de desarrollo. Si bien el largo proceso ha tenido Android como referencia, sus repercusiones influirán en cualquier plataforma de software. Oracle ha perdido, pese al respaldo recibido del departamento de Justicia (en la era Trump). Por tanto, no recibirá los 9.000 millones de dólares que indemnización que pedía.
El año pasado, el alto tribunal había anticipado que la sentencia daría la respuesta a dos cuestiones peliagudas: 1) ¿puede una compañía – Oracle en este caso – tener garantizado el copyright sobre una categoría de software, las API (application programming interface), cuya finalidad es hacer posible que los programas de un fabricante interactúen con los de otro? y 2) ¿puede otra compañía – a la sazón Google – ser excusada cuando copia deliberadamente elementos de aquél con el fin de que su implementación transforme el software y facilite la interoperabilidad en beneficio de los usuarios?
La mayoría del tribunal ha dejado en el limbo la primera cuestión – en esto precisamente han discrepado dos de los jueces – pero deja establecido con claridad que las API son significativamente diferentes de otros tipos de software: “al ser parte de un interfaz, las líneas copiadas están atadas inherentemente a ideas que son objeto de copyright y a la creación de una nueva expresión creativa”.
Esta generalidad parece restringir el alcance de la sentencia, motivo por el que jueces Clarence Thomas y Samuel Alito [del ala conservadora del tribunal] han opinado que debería quedar explicitado el principio de que todas las API merecen ser objeto de copyright. Bajando de los principios a los hechos, la sentencia reconoce a Google el derecho a infringir el copyright de Oracle, dentro de ciertos límites. En concreto, considera que Google ha hecho uso legítimo de elementos del lenguaje de programación Java SE: 11.500 líneas de código que representan el 0,4% del conjunto. Por consiguiente, el concepto de uso legítimo (fair use) viene a ser la piedra angular de las 39 páginas redactadas por el juez Stephen Breyer.
Resulta por lo menos curioso observar que en el debate con los abogados de las partes, los jueces emplearan profusamente metáforas del mundo analógico [un teclado qwerty o el volante de un automóvil, entre otras], lo que es probablemente un síntoma de que los mejores intelectos de la justificia tienen dificultades para adentrarse en el mundo digital.
Es igualmente notorio que, para un cronista, cada vez resulta más difícil escribir sobre los mercados tecnológicos sin darse antes un baño de planteamientos jurídicos. Sería una auténtica barbaridad que alguien se atreviera a interpretar la decisión como un resquicio para avalar abusos contra la propiedad intelectual. Pero peores cosas se escriben.
Lejos de ello, la sentencia articula un vínculo imprescindible según el cual la copia [por Google] de componentes del lenguaje de programación Java SE “ incluye sólo aquellas líneas de código estrictamente necesarias para que los programadores dediquen su talento a trabajar en nuevos programas transformadores”.