Últimamente, no hay presentación, entrevista o simple conversación, en la que no salga a relucir el neologismo ´consumerización`. Especialmente cuando se habla de dispositivos móviles. La primera oleada de adopción de los smartphones, con el consiguiente aluvión de datos y aplicaciones, ha sido primariamente un fenómeno dirigido al consumidor. Desde hace un par de años, la movilidad en la empresa es el alfa y omega de una variedad de estrategias, por una razón evidente: todos los actores del mercado – operadores, fabricantes, empresas de software y de servicios – quieren monetizar este nuevo filón, todavía poco explotado, que se manifiesta en la existencia de varias fuerzas concurrentes.
La sigla BYOD (Bring Your Own Device) ha hecho fortuna como descripción de esa tendencia, pero la presión de los empleados-consumidores es sólo una parte de la historia. El cogollo del asunto está en que las empresas – algunas muy importantes – han tomado el rábano por las hojas y ven al smartphone como un elemento transformador, una fuente de ventaja competitiva.
Según un estudio publicado esta semana por Avanade, el 88% de directivos de TI en 17 países reconoce que en sus empresas se reconoce a los empleados el uso de sus dispositivos móviles personales para usos corporativos. Sin embargo, sólo el 32% cree que esa actitud se deba a motivos generacionales. El CTO de Avanade saca la conclusión de que “la ´consumerización` tiene menos que ver con los individuos y más con la organización del trabajo en las empresas”. Sin embargo, podría apuntarse que una cosa no quita la otra. El estudio de Avanade desafía el mito de que el uso dominante de estos dispositivos es la consulta del mail y la navegación por redes dominantes, pero se ha producido un cambio rápido que incorpora las aplicaciones críticas de empresas.
Pero ese cambio acarrea una serie de dolores de cabeza a los departamentos de sistemas: seguridad de la información, de las redes, de los dispositivos, descontrol de costes, riesgo de contaminación entre información personal y profesional, diversidad de sistemas operativos, gestión remota, qué hacer con el roaming de datos.
En este blog se ha comentado no hace mucho la iniciativa Dual Persona, de Telefónica en colaboración con VMware, que esencialmente consiste en instalar en el dispositivo una máquina virtual, y por ahora sólo funcionará con determinados modelos de Android. Otros operadores van tomando posición, y es probable que en el próximo Mobile World Congress haya más anuncios en la misma línea.
Una de las expresiones de la tendencia es que los desarrolladores de software han desbordado la trivialidad de las aplicaciones para consumo, y otra es la aparición en este mercado de empresas a las que, en principio, se consideraba ajenas al mercado de la movilidad. La adquisición de Sybase por SAP – que también promete novedades en la feria de Barcelona – es un síntoma del fenómeno.
Otro síntoma, que ha anticipado estos últimos días Fujitsu, es la solución MDM (Mobile Device Management), para automatizar la gestión de dispositivos móviles en las organizaciones. La compañía japonesa parte de su visión del puesto de trabajo para ofrecer un servicio cloud personalizado, con cobertura mundial y mediante pago por uso. Para ello, Fujitsu cuenta con varios centros globales, uno de los cuales está radicado en Finlandia [presumiblemente a rebufo de la experiencia de ex empleados de Nokia].
Según Javier Fernández León, consultor de preventa de la filial española de Fujitsu, la primera necesidad a la que responde la propuesta es la dificultad de gestionar y controlar un número creciente de dispositivos y plataformas. Uno de los rasgos de MDM consiste en su agnosticismo con respecto al sistema operativo de los dispositivos implicados: iOS, Android, Blackberry, Windows Phone o Symbian.
Otra característica es la monitorización centralizada, extremo a extremo, de la infraestructura de movilidad de la empresa, que permite la detección automática de los problemas de cada usuario, incluyendo aquellos que se produzcan fuera del territorio donde está basada la empresa contratante del servicio; permite establecer diferentes niveles de administración según departamentos o países, reduciendo drásticamente las llamadas a soporte que – dijo Fernández León – son una de las pesadillas de los directores de sistemas en la gestión del parque de dispositivos remotos.
Según la documentación aportada, las empresas pueden definir sus política de aplicaciones y de privilegios para cada usuario final, así como restringir, borrar selectivamente o bloquear el servicio. Cuando se trata de dispositivos aportados por los empleados, el sistema MDM acepta las fotos, música y aplicaciones personales, aislándolas del uso profesional.
Mediante la fórmula de pago por uso, la tabla de tarifas incluye una cuota básica de 2,40 euros por dispositivo/mes, a la que se añaden otros conceptos, como el antivirus a 2 euros por dispositivo/mes.