Feliz año. Se va uno de vacaciones pensando que al retorno podrá recurrir a un repaso suave de noticias con las que recuperar gradualmente el ritmo de publicación. Esa era mi intención, hasta que explotó una información insoslayable, que toca de lleno el siempre abierto y siempre sensible asunto de la ciberseguridad.
En la agenda de Brian Krzanich, CEO de Intel, están marcadas en enero cuatro apariciones públicas, la primera hoy mismo en el marco del CES. En todas ellas, se le escuchará y juzgará por las explicaciones que dé sobre la situación de la compañía tras la incontrolada revelación de dos graves vulnerabilidades en sus procesadores. Como poco, le van a hacer estas tres preguntas: 1) ¿estaba preparada Intel para proteger su base instalada de los fallos de seguridad que acaban de conocerse?, 2) ¿qué pasará con los lanzamientos previstos de nuevos procesadores y, en consecuencia, qué impacto espera sobre los ingresos de 2018?, y 3) ¿cómo explica el haber vendido 39 millones en acciones cuando ya conocía la existencia de esos fallos y su previsible efecto sobre la cotización?
De Meltdown y Spectre me ocupo en dos crónicas sucesivas, la primera de ellas hoy mismo. Aquí me limitaré a comentar la torpe reacción inicial de Intel al constatar que el secreto había escapado de jaula. Con el primer comunicado, un banal ejercicio de relaciones públicas, se intentaba disimular el problema pretextando, entre otras cosas, que lo sufre toda la industria.
Aunque fuera cierto, que no lo es, es evidente que Intel es el primer perjudicado, debido a su cuota dominante de mercado y porque todos sus procesadores lanzados desde 2011 llevan en sus entrañas estas dos vulnerabilidades. A la vista de las críticas, Intel rectificó y difundió un paper de alto contenido técnico. Todo hay que decirlo: por torpe que fuera al principio, contrasta con la deliberada vaguedad de AMD, que parece convencida de que cuanto más se hable (mal) de Intel, mejores oportunidades tendrá en su larga rivalidad.
Como se explica en la crónica de hoy, Intel ha decidido que los parches para Meltdown y Spectre se distribuyan dentro de las actualizaciones de sistemas operativos, lo que otorga un papel esencial a Microsoft. Es una vía lógica, pero tal vez no sea suficiente para restaurar la confianza de los usuarios, que tendrán un motivo para tomarse con calma la inversión en hardware que pudiera contener el mismo fallo supuestamente resuelto.
El próximo día 25, al presentar los resultados de 2017, Krzanich será asaltado con preguntas sobre los chips que estaban en el programa de este año. Se espera el anuncio de una nueva ´hoja de ruta` destinada a corregir el problema y enderezar el rumbo de la demanda. Bienvenida sea la transparencia.
Intel lleva cicatrices de otras situaciones de crisis, y tiene recursos – y clientes leales – suficientes para salir de esta. Pero, más allá de los fantasmas de la seguridad, la compañía tiene otro frente abierto: tras un período de irrelevancia, AMD se ha apuntado el año pasado sendos éxitos con sus nuevas familias Ryzen y EPYC, que compiten mano a mano con las equivalentes de Intel.
Algunos analistas – entusiasmados con las especificaciones de EPYC – se creen autorizados a pronosticar que AMD arrebatará cuota de mercado a Intel en los chips para servidores. Desde luego, puede ocurrir, en el contexto de una contracción general de ese mercado, que durará al menos un par de trimestres. Desde el punto de vista de AMD, toda porcentaje de cuota podría representar cientos de millones de dólares en ingresos este año, además de una inyección de respeto entre clientes e inversores.
¿Año de nieves, año de bienes? Ojalá,