Ya está. Apple presentó anoche su esperado iPad 3. Durante semanas, los idólatras han contribuído a elevar las expectativas, y ahora tocará que unos presuman de aciertos y otros justifiquen patinazos. Es lo que pasa por querer anticiparse a los hechos, y todo por captar audiencia. He seguido con atención el lanzamiento, que aporta un montón de importantes novedades – y también me he fijado en la nueva aproximación paso a paso al mercado de la televisión – pero he creído mejor dejar el asunto hasta la semana próxima, para apartarme provisionalmente del ruido. Espero que se entienda.
Difícilmente podría ser mayor el contraste entre el glamur de los productos de Apple y el tema de mi post de hoy. Sin embargo, la experiencia me dice que el mercado de almacenamiento es un campo de interés para gran parte de mis lectores habituales. Seguro que hoy habrá miles de blogs que se ocupen de los detalles del iPad 2, de modo que nadie echará en falta mi opinión. En cambio, la tecnología de almacenamiento es fértil para hablar de quién y cómo se hace la innovación en esta industria, y de quién y por qué hace adquisiciones. A cada uno su rollo,