Ha sido una feliz coincidencia que la entrevista de hoy con Enrique Blanco estuviera dos meses en lista de espera hasta 24 horas después de anunciarse el acuerdo por el cual Vodafone y O2 crearán una sociedad conjunta para consolidar sus respectivas infraestructuras en Reino Unido. La consultora Ovum ha calculado que para ambos operadores el ahorro sumará al menos 1.000 millones de libras en capex y opex antes de 2015. Consolidar 18.500 torres y antenas en una sociedad gestora, supondrá aumentar un 40% el número de emplazamientos de cada uno, y reducir en un 10% el conjunto. La operación tiene que ser aprobada por el órgano regulador Ofcom.
Esta autoridad británica difícilmente podría rechazar de plano el acuerdo, más o menos calcado sobre la integración de Orange y T-Mobile (con una diferencia que salvaguarda la competencia: O2 y Vodafone no fusionarán sus marcas). Al parecer, la filial de Telefónica se hará cargo de la infraestructura en el este de Gran Bretaña, incluída Escocia, mientras Vodafone gestionará el oeste, incluyendo Gales. Londres será repartida así: el norte para O2, el sur para Vodafone. Naturalmente, la valoración de activos será el ejercicio más problemático.
Lo más interesante, a mi juicio, es el efecto sobre el futuro despliegue de LTE: la subasta de espectro no se espera hasta finales de año, con el requisito de cubrir el 98% de la población “bajo techo” en 2017. Una vez consumado ese paso, Reino Unido tendría dos redes LTE compartidas cada una por dos operadores [se ignora cómo reaccionará 3UK, el último de la fila]. Distintas voces han advertido que la puesta en marcha de servicios 4G requiere economías de escala que la actual estructura del mercado no facilita. Está por ver si Telefónica y Vodafone llevarán la experiencia a Alemania – donde ya compiten con LTE en fase comercial – y, en última instancia, si la replicarán en España, donde tienen frecuencias adjudicadas.