Séame permitido, excepcionalmente, hablar de mi profesión, el periodismo. Desde hoy a las cero horas está disponible la versión española de Huffington Post. En principio, me parece bien todo lo que añada pluralidad a la información. Además, habrá empleo para algunos periodistas, lo que es de agradecer. La brillante Montserrat Domínguez es su directora, y el grupo PRISA tiene un 50% de participación en la publicación. Lo que me perturba son unas declaraciones con las que se ha arrancado la colega Montse: “no entendemos el blog como un trabajo. Buscamos blogueros, pero no de los que escriben cómo ha amanecido, sino blogueros que cuenten cosas, y les compensaremos dándoles visibilidad”.
Con todos mis respetos por los propagandistas del periodismo ciudadano y otras zarandajas, construir los contenidos de una publicación – da lo mismo que sea online u offiline – sobre el deseo de visibilidad de los blogueros, me parece una explotación de trabajo ajeno no remunerado. Y, con demasiada frecuencia, esto lleva a la tentación de remunerarse de manera opaca.
Para que se entienda bien mi posición, contaré una anécdota personal. Hace muchos años, me contrataron para dirigir una revista, y encontré como herencia la columna semanal de un conocido jurista, al que propuse seguir colaborando a cambio de una paga estándar. Al principio se ofendió. “sabes bien, Norberto, que no necesito esa colaboración para vivir”. “Precisamente por eso te llamo – le dije – la página que tú ocupas, podría llenarla un periodista que sí vive de este oficio; así que, por favor, dime a qué ONG tenemos que enviar el dinero que no necesitas”. Así se hizo.
Lo que no me encaja es que Juan Luis Cebrián, respetado fundador de El País y hoy consejero delegado del grupo PRISA, haya lamentado en público que el esfuerzo de los profesionales del periodismo no sea “suficientemente reconocido por los lectores, ni por los colegas, ni por las empresas editoras […]”. A propósito, he de añadir que la crónica de ayer de El País sobre la aparición del HuffPo venía firmada por un cronista cuya gran hazaña es haber entrevistado a Julian Assange calificándolo de “periodista”.