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  7/07/2016

7Jul

Hacía mucho, demasiado tiempo, que las cuentas anuales de Sony no conocían la tinta negra. La buena nueva llegó con el final del año fiscal 2016, cerrado en marzo pasado. Con ingresos de 8,1 billones de yenes (7.210 millones de dólares) ligeramente inferiores a los del ejercicio 2015, obtuvo un beneficio neto de 1.314 millones de dólares que contrasta con los 1.050 millones de pérdidas precedentes. La corrección de las cifras se debió a la eliminación de líneas de negocio no rentables y a otra oleada en casi permanente reestructuraciones que ha costado 35.000 empleos. Kazuo Hirai, presidente de Sony, ha podido presentarse la semana pasada ante los accionistas con un pronóstico muy positivo para el actual año fiscal: en marzo de 2017 espera presentar una previsión de beneficios cuya cuantía no conocía desde 1997.

Después de muchos años orillando el desastre, Hirai, que dirige la empresa desde 2012, tiene un programa de crecimiento que mostrar a los inversores. La estrella del año en curso será la división G&NS (Games and Network Services) que espera generar el 21% del total de ingresos (el pasado ejercicio fue del 18%) con un margen operativo en ascenso. El protagonismo corresponderá a la consola PS4, la más vendida del mercado [40,7 millones de unidades frente a 21,1 millones de la xBox de Microsoft]. La realidad virtual debería ser el catalizador de las ventas de hardware optimizado para juegos y otro software en VR.

Es una buena señal, porque compensaría el eclipse de la marca en la televisón y la recaída de la división de móviles, que se enfrenta al repliegue general del mercado y a la ferocidad competitiva de las marcas chinas. Ahora mismo, Sony – como toda la industria japonesa – vuelve a enfrentarse al fantasma de la revalorización del yen, en parte inducida por el referendo británico, pero se espera que sea coyuntural.

Los buenos resultados, y su presunta continuidad, permiten a Hirai ser optimista y apostar por nuevos negocios cuyo común denominador es la inteligencia artificial. En los últimos meses, ha hecho algo más que hablar de estas tecnologías: ha comprado una startup estadounidense especializada, Cogitai, y ha dotado con casi 100 millones de dólares un fondo para financiar investigaciones y desarrollos externos en el campo de la robótica. Los laboratorios de Sony, rejuvenecidos, tienen otra misión que cumplir.

¿Robótica? No habíamos quedado en que Aibo, el simpático humanoide creado por Sony en 1999, acabó sus días en 2006 después de años de generar pérdidas? Pues sí, pero los tiempos han cambiado, y Hirai niega que el retorno de los robots sea un gesto nostálgico: sin aclarar si Aibo (o su primo Qrio) van a resucitar, apunta que sus iniciativas no estarán enfocadas a los hogares, que también, sino a las fábricas y almacenes logísticos. Los avances en deep learning – parte de la IA que se caracteriza por emular el funcionamiento de las neuronas en el cerebro – están dando mucho juego a Google y Amazon [pero no a Apple, adversario histórico de Sony].

Otras compañías japonesas hacen la misma apuesta: Fujitsu, Panasonic, Softbank e incluso Sharp, han desarrollado robots domésticos de compañía para personas mayores y discapacitadas. Pero todavía son caros y escasamente personalizables, por lo que se explora tímidamente el descargar aplicaciones. Esta podría ser una fórmula idónea para Sony, que ha reflotado exitosamente su servicio online, ahora llamado PlaStation Vue. Por otro lado, Toyota, que fuera pionera en la robótica industrial, ha lanzado un programa de I+D en inteligencia artificial, mientras el especialista Fanuc tiene su propio plan para conectar la base instalada de robots fabriles en todo el mundo.

La división de semiconductores de Sony, que debe su celebridad a la fabricación de sensores para cámaras y smartphones, atraviesa un mal momento, debido a la caída de ventas del iPhone, un cliente clave, y a los daños producidos por un terremoto que afectó su línea de producción. Aun así, Sony confía en dos factores que repercutirán positivamente este año: el uso más frecuente de dos cámaras por móvil, y el ascendente mercado de los coches conectados e ´inteligentes`. No hay constancia de que la compañía esté envuelta en el desarrollo de un coche autónomo, pero sí de que en sus laboratorios se trabaja en las tecnologías subyacentes, quizá mediante acuerdos con la industria nipona de automoción, que se ha quedado un poco atrás si se la compara con sus competidores occidentales.

La realidad virtual, fenómeno mundial de este año es otra baza a jugar. Ahora mismo, el caso VR de Sony – acoplado a la PS4 – es el más barato de alta gama, 400 dólares, y la base instalada de su consola es un mercado de crecimiento natural. También se valora la posibilidad de introducir esa tecnología en las producciones de Sony Pictures. Pero es un entusiasmo con límites: los directivos a cargo de este negocio advierten que la experiencia de usuario con la VR debe ser breve, lo que implica aplicar la tecnología a contenidos que eviten saturar a los consumidores.

Los inversores han aplaudido la decisión de Hirai de desprenderse de los negocios electrónicos no rentables. Pero el hardware – televisores, móviles y audio – representa más de la mitad de los ingresos del grupo, aunque aporta poco o nada al beneficio. Cabe así la posibilidad de que, en vista de que la gama Xperia tiene muy buenas críticas pero pierde bastante dinero, la división correspondiente sea desagregada – al modo que se hizo con los portátiles Vaio – para sanear el balance corporativo.

Durante años, los analistas han escrito que el obsesivo enfoque en el hardware era una razón por la que Sony perdía la batalla contra Apple, que entretanto había creado un ´ecosistema` [otra vez la palabra fetiche]. Hirai – que no es ingeniero sino que empezó su carrera en el negocio musical – discrepa de ese análisis. «Tenemos que estar en todos los segmentos del negocio de electrónica, y esto nos lleva a defender nuestra presencia en el hardware». Los dispositivos – razona – serán siempre necesarios, con independencia de cómo evolucione Internet: «uno puede desarrollar grandes servicios y contenidos excelentes, pero la diferencia la marcan los dispositivos que alimentan de información las redes». Moraleja: estaban equivocados los ´modernos` que han dado prematuramente por muerte a esta compañía septuagenaria.


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