Si lo publica el Wall Street Journal, el rumor tendrá el fundamento de su autoridad como fuente. Así de ingenuo es el razonamiento de quienes sin pensarlo dos veces se han puesto a propagar una presunta oferta de compra de Xerox sobre HP, como si estuviera confirmada. Cosas más extrañas se han visto, desde luego, pero que una empresa cuyo valor en bolsa es de 8.000 millones de dólares absorba otra valorada en 29.000 millones es una idea que merece un par de vueltas.
En la eventualidad de avanzar en la transacción, la compradora debería pagar una prima que – según ha trascendido – elevaría el precio a más de 35.000 millones. Esto significa que Xerox sólo podría ser el vehículo de un gigantesco apalancamiento. Segunda derivada: quien aceptara financiar la operación debería ver oportunidades de plusvalía desmembrando activos. Pero aunque ese inversor existiera, probablemente seguiría el camino inverso: trataría de comprar HP y luego ya vería si vale la pena fusionarla con Xerox.
Así que, humildemente, me he propuesto encontrar el fundamento que a simple vista no aparece. A mi juicio, el origen está en el desastre de la fusión de Xerox con Fujifilm, frustrada por los accionistas de la primera – en particular el correoso Carl Icahn, que posee algo más del 10% de la compañía – firmada en enero de 2018 y pronto abandonada pero que ha provocado un amargo periplo por varios tribunales.
Es, como poco, una curiosa coincidencia. El lunes se informaba de la venta del 50% que Xerox poseía desde 1962 en Fuji Xerox, sociedad que vende impresoras y copiadoras en la región Asia-Pacífico. A cambio, Xerox recibirá 2.300 millones de dólares y ambas compañías acuerdan poner fin a las querellas cruzadas en los dos últimos años además de un compromiso por el que Fujifilm seguirá suministrando ciertos productos a Xerox.
Tras el acuerdo, John Visentin, CEO de Xerox, ha negado que fuera un fracaso; por el contrario, sostenía que liberaba a la compañía retomar la iniciativa de expandir su negocio. El declive de los ingresos de Xerox se remonta hasta 2014 al ritmo de entre -4% y -6% cada año, pero Visentin asegura que el cash flow de la compañía lo permitiría.
Es verdad que los analistas bursátiles opinan regularmente que al mercado de impresión le vendría bien una cura de concentración, en la que deberían entrar Xerox y Canon, además de HP como líder; pero ninguno ha dicho en público quién debería encabezar una combinación que tuviera lógica financiera además de industrial.
La cooperación entre fabricantes es habitual en este sector. Si se quiere buscar sinergias entre HP y Xerox, ya están ligadas por un acuerdo según el cual la primera suministra impresoras de gama baja en formatos A3 y A4 a la segunda, mientras esta recíprocamente le provee tóner y cede algunas de sus patentes. Por otro lado, ambas son socias en el ascendente negocio DaaS (device-as-a-service).
Tras el desenlace del litigio con Fuji, Visentin necesita mostrar al mundo que Xerox está fuerte para pasar al ataque. De paso, salvaría su puesto, que debe a Darwin Deason, otro gran accionista convencido de que la compañía vale más de lo que la bolsa le atribuye. Por cierto, la fusión de dos marcas de este calibre crearía una situación perfecta para generar movimientos especulativos (la cotización de las dos compañías ha subido pero muy modestamente).
Al rumor, cualquiera sea su veracidad, hay que reconocerle sentido de la oportunidad. El nuevo CEO de HP, Enrique Lores, lleva cuatro días en el cargo y en lugar de pan trae bajo el brazo un audaz giro estratégico que he analizado este domingo en La Vanguardia y reproduciré mañana en este blog.