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  6/06/2014

6Jun

¿De qué hablamos cuando decimos Samsung? Normalmente, de Samsung Electronics, la rama más visible de un conglomerado coreano que acaba de anunciar la próxima salida a bolsa de Samsung Everland, el holding familiar que controla todo el tinglado. ¿Por qué ahora? Hay que ser muy ingenuo para creerse la explicación oficial: «[…]reforzar la transparencia de la gestión, en línea con los estándares globales». Todos hemos leído que el patriarca Lee Kun-hee ha sufrido una crisis cardíaca, de lo que nos atrevemos a deducir que es hora de preparar la sucesión.

Se dice por ahí que el heredero aparente, Lee Jae-yong no está dotado para desempeñar funciones ejecutivas, pero para eso está una plétora de directivos leales. Con independencia de sus cualidades, Jay Lee [así gusta ser llamado] es el único hijo varón del chairman; él y sus dos hermanas controlan el 42% de Samsung Everland, pieza clave del entramado porque de ella se deriva el control sobre Samsung Life, compañía de seguros que, a su vez, es primera accionista de Samsung Electronics. La típica estructura de un chaebol coreano, propiamente un laberinto de participaciones cruzadas. Otro grupo empresarial, KCC, y el fondo nacional de pensiones, apuntalan el dominio de la familia Lee. Se ve muy bien en el siguiente gráfico:

En el fondo, quizás el enfermo señor Lee quiere evitar que entre sus herederos estalle un conflicto como el que él mismo vivió con sus hermanos mayores, que le acusaron [la justicia desestimó este año la demanda] de apropiarse de acciones que su padre, Lee Byung-chu, fundador de la compañía, les había prometido.

En fin, que si todo está atado y bien atado, como se pretende en las dinastías ¿por qué y para qué sacar a bolsa el holding Everland, del que padre e hijos tienen el 46%? Últimamente se han reabsorbido participaciones cruzadas dentro del grupo, lo que da pie a teorías no excluyentes: 1) que las empresas del grupo vendan sus participaciones minoritarias en la cabecera, obedecería al objetivo de acumular recursos con los que financiar su expansión en nuevas oportunidades de negocio o 2) que los hijos del chairman reutilicen los fondos obtenidos por la venta de acciones en el todo, les permitiría reinvertirlos directamente en las partes con el fin de priorizarlas. Ambas teorías, benévolas, confluyen en una supuesta simplificación estructural.

Una tercera teoría es más cínica: un analista del broker coreano Kiwoon Securities comenta: «lo que buscan los herederos es dinero fresco con el que pagar el impuesto de sucesiones a que estarán obligados tras la muerte de su padre» [en el capitalismo coreano, ese impuesto llega al 50% del patrimonio heredado]. Los activos conocidos del patriarca Lee incluyen el 3,4% de Samsung Electronics, el 20,8% de Samsung Life y el 1,4% de la ingeniería Samsung C&T. Al valor actual estimado, sus herederos tendrían un coste fiscal de 6 billones de won (4.300 millones de euros).

La prensa coreana ha advertido que la salida a bolsa de una pieza capital del imperio Samsung podría poner en riesgo la estabilidad bursátil, si se diera el caso de una dificultad seria de la compañía en el mercado mundial: sumando las 24 compañías cotizadas del conglomerado, su valor bursátil equivale a 310.000 millones de euros, un 28% de la capitalización total del Korea Exhange (KRX) y del índice KOSPI.

No entiendo por qué lo llaman simplificación. La economía coreana, asombrosa por muchas razones, presenta una vulnerabilidad insólita, producto del exceso de simplificación: cuatro chaebol suman el 28% de la bolsa: Samsung (28%), Hyundai (12%) SK Group (7%) y el consorcio LG (5,9%). Aunque, claro está, la biología tiene otras reglas.


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