5/02/2015

5Feb

Con cierto voluntarismo, se ha dicho que la fórmula del crédito P2P equivale a una «democratización» financiera, por su cualidad de eliminar la intermediación de los bancos. En teoría, estas plataformas se definen como un marketplace que conecta las dos partes de una transacción: el que pide un préstamo y el que lo concede. La simplicidad sería su mayor virtud, e Internet su facilitador.

La realidad es más prosaica: la más conocida de esas plataformas P2P, Lending Club, que nació en 2006 como una aplicación de Facebook y luego tendría sus más y sus menos con las autoridades, ha encontrado un modelo de negocio casi convencional: vende paquetes de préstamos – en principio sin avales ni garantías – a entidades como Goldman Sachs o Morgan Stanley [o a la rama británica del Banco Santander, según cuenta el Financial Times]. Pero no es esta forma de operar lo que ha atraído los focos, sino dos alianzas recientes con Alibaba y Google .

El primero es el más espectacular. Dos compañías que protagonizaron sendas salidas a bolsa en 2014, se han unido para financiar las compras de pymes estadounidenses a proveedores chinos a través del portal Amazon.com. Cada operación tendrá un valor de entre 5.000 y 300.000 dólares, y en lugar de la colateralidad que normalmente exige al vendedor el banco chino especializado en factoring de exportación, las transacciones serán autorizadas en un máximo de cinco minutos por el sistema informático de análisis de riesgo de Alibaba. A este fin, la compañía china ha establecido su propia agencia de rating.

Según Renaud Laplanche, CEO de Lending Club, el tipo de interés mensual será del 0,5%, en lugar del 1% que cobraba hasta ahora el banco chino con el que trabajaba Alibaba. Según Laplanche, el servicio Amazon e-Credit Line, powered by Lending Club le permitirá alcanzar potencialmente a millones de empresas cuya cadena de suministro pasa por Amazon.com. En suma, la ´nueva economía` emparejada con Big Data.

El modelo se aleja del original: Lending Club empezó por ofrecer créditos de consolidación de deudas – las más habituales, por impago de transacciones con tarjetas de crédito – a consumidores pillados por la crisis. Puede uno imaginar que los intereses no eran precisamente bajos: hasta un 32% anual, según me cuenta Mario Kotler desde San Francisco, donde la empresa tiene su sede. Suena mucho más digno presentarse como agente financiero del líder mundial del comercio electrónico.

Google, perejil de todas las salsas, pertenece por derecho propio a la historia de Lending Club. En 2013, compró un 8% de la compañía por 125 millones de dólares, equivalente a un valor total implícito de 1.500 millones. Ayer, la capitalización bursátil era de 7.400 millones de dólares [tocó los 10.000 millones el día que salió a bolsa]. A mediados de enero, ambas firmaron un acuerdo por el cual Lending Club financiará créditos a dos años, con uno de gracia, a los partners de la plataforma Google for Work, que podrán vender en condiciones favorables sus servicios a las pymes.

El éxito de Lending Club ha germinado otras iniciativas similares. En un ranking imaginario, sus principales competidores serían Prosper Marketplace y OnDeck, también especializadas en préstamos a pymes. Mención aparte merece SoFi, cuyo nicho es la agregación de créditos concedidos por la banca a estudiantes, que luego revende – empaquetados – a otros bancos y fondos de inversión.

Al principio, a los bancos no les hizo ni pizca de gracia la aparición de estos advenedizos, hasta que empezaron a pensar que podrían utilizarlos como un canal de distribución crediticia. Societé Générale y – otra vez – Goldman Sachs, respaldan Aztec Money, un proyecto en ciernes para ´estructurar` (sic) lotes de facturas de empresas, una fórmula alternativa al factoring que la banca minorista ha practicado desde hace décadas. De hecho, la así llamada titulización colateral de productos financieros se ha puesto otra vez en marcha. Confiemos en que no acabe otra vez como el rosario de la aurora.


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