3/10/2012

3Oct

No es una ducha escocesa, pero duele como si lo fuera. A principios de 2012, los oráculos de la consultora iSuppli pronosticaron que este año se venderían 22 millones de ultrabooks (también llamados ultrafinos), la categoría en la que Intel, Microsoft y toda la industria del PC han puesto sus esperanzas de reanimar la demanda. Nuevos microprocesadores, nuevo Windows, diseños esbeltos y nuevos materiales, deberían ser los factores capaces de vencer la anorexia del consumo. Sorpresa a medias: esta semana iSuppli ha bajado el pronóstico a menos de la mitad: 10,3 millones de unidades. Y para que se cumpla, haría falta que en el cuarto trimestre, ya iniciado, se vendan tantas como en los nueve meses transcurridos. En 2013, que debería ser el año del auténtico despegue de la categoría, la cifra también se recorta: de 61 a 44 millones de unidades (de todos modos, más de un 300% de aumento, que ya es decir).

¿Qué está pasando? Según el analista Craig Stice, “la industria no ha acertado a crear entre los consumidores la excitación necesaria para contrarrestar la moda de los smartphones y las tabletas”. Es un reproche bastante injusto: si los productos con Windows 8 no estarán disponibles hasta los últimos días de octubre, el margen para un marketing eficaz es demasiado estrecho. Y si, además, Intel se dedica a poner palos en la rueda sugiriendo – y desmintiendo luego con la boca pequeña – que el nuevo sistema operativo saldrá con fallos iniciales, el efecto es necesariamente negativo. Por otro lado, la propia Intel envía mensajes contradictorios cuando habla prematuramente de un nuevo procesador Haswell que nadie verá hasta bien entrado el año que viene.

El otro problema, determinante, es el precio. A pesar de los 300 millones de dólares que Intel ha destinado a subsidiar nuevo diseños de los fabricantes, estos no han encontrado el modo de acercarse al objetivo de 600/700 dólares de PVP. Por atractivas que sean las prestaciones – que lo son – los consumidores no se precipitarán en acudir a las tiendas: su reflejo comprensible será esperar unos meses. En este contexto, ya que no puede contar con una demanda masiva, la industria opta por preservar los márgenes y aguntar el tipo en lugar de jugársela. Aun así, los analistas sostienen impávidos que en 2016 se venderán 95 millones de unidades. ¿A alguien le sorprende que prospere el discurso sobre la era post-PC?


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