La noticia es que IBM y Vodafone han anunciado un acuerdo de colaboración para los próximos ocho años en el mercado cloud. A decir verdad, la anunció IBM unilateralmente, tal vez apremiada por la oportunidad de contarlo en la presentación de resultados de la semana siguiente que, por cierto, fue el primer año en positivo desde 2011. A lo que iba: si no recuerdo mal, esta es la segunda o la tercera vez que IBM y Vodafone abrazan iniciativas conjuntas, no con la misma ambición.
Puede decirse que el acuerdo tiene dos componentes: 1) IBM suministrará a la unidad B2B de Vodafone sus capacidades de cloud computing y 2) ambas crearán una estructura común para desarrollar tecnologías y soluciones que fusionen sus experiencias.
A falta de detalles, el primer componente no deja de ser un contrato de outsourcing con la finalidad explicita de dar soporte a los servicios gestionados que Vodafone vende a sus clientes corporativos. Como contrapartida de esa prestación, el grupo británico desembolsará 550 millones de dólares.
En principio, el primer beneficiario debería ser IBM al añadir un cliente / revendedor a su ´ecosistema` cloud, negocio que en 2018 creció sólo un 6% [5.700 millones de dólares]. Por parte de Vodafone, además de recortar los costes operativos de una actividad que requiere escala y cualidades que no necesariamente son las de una teleco, ganará acceso a los datacenter de IBM en países donde tiene poca presencia. Históricamente, tiene más afinidad con IBM que con cualquier otro proveedor cloud, un factor que no es desdeñable: anteriormente, el vínculo ha consistido en ofrecer servicios de hosting basados en tecnología de VMware soportados por IBM Cloud. Una experiencia útil, pero no suficiente.
El segundo componente es, a mi juicio, potencialmente más interesante, porque aspira a desarrollar soluciones que cubran huecos en la oferta de ambas partes del acuerdo. IBM y Vodafone no tienen prácticamente solapamiento, pero comparten un interés común en explorar las aplicaciones de 5G para el ámbito empresarial. Lo que sugiere que uno (Vodafone) aportará su experiencia en IoT y edge computing, mientras el otro contribuye con sus capacidades de datacenter, análisis de datos e inteligencia artificial. Se puede suponer que también el mayor conocimiento que IBM tiene de los sectores verticales.
Aunque se pinta como estratégico, el acuerdo tiene un evidente sabor comercial. Según ha informado IBM, empezarán por la captación de un puñado de empresas (early adopter) con las que serán identificados los posibles servicios. Luego, al desarrollarlos, podría aparecer el riesgo de “choques culturales”, entre dos organizaciones articuladas. Quizás sea una de las razones por las que el acuerdo se materializará en un joint venture legal y físicamente separado, dirigido paritariamente.
Se plantea así un asunto que puede ser delicado: el acuerdo prevé la transferencia de empleados de Vodafone (oficiosamente, 750) a la nueva empresa conjunta. El anuncio ha coincidido con la salida del director de cloud y automatización del grupo británico, que ha sido inmediatamente fichado por Nokia.
Ante el desfallecimiento de los ingresos por servicios de movilidad, todos los operadores asignan creciente importancia a sus negocios B2B, por lo que la aproximación a las empresas es crucial para ellos. Y para esa aproximación necesitan contar con una propuesta cloud consistente. La experiencia de Vodafone parece indicar que no ha tenido un impacto real en un mercado cuya hegemonía parece prematuramente adjudicada.
Si bien IBM es un competidor menor en el segmento IaaS, no se conforma. Cloud computing es uno de sus “imperativos estratégicos” y, tras la compra de RedHat, dispondrá de un instrumento para insertarse en la competencia, que se agudiza, en torno al concepto multicloud. Esta es la carta que ha jugado Nick Head, nuevo CEO de Vodafone, tras constatar que ser un competidor aislado deja magros frutos. No descartemos que sirva de lección a otras telecos europeas, pero no es el momento de señalar a nadie.