30/04/2012

30Abri

Como saben los lectores habituales, este blog tiene una vocación económica que aflora con cierta regularidad. Recordaba ayer Emilio Ontiveros que “en el principio fue la deuda”: el desencadenante de estos cinco años de crisis fue la explosión de una burbuja crediticia. No provocada por una expansión alocada de la demanda de bienes y servicios, sino por un apalancamiento financiero incontrolado, y una sobrevaloración de activos “basura” como colaterales. En enero, un informe del McKinsey Global Institute señalaba que el desapalancamiento camina demasiado lento; con el agravante de que en Europa – a diferencia de EEUU – ha sido forzado para las familias y en las empresas, no en los sectores financiero y público, que siguen más o menos como estaban en 2008.

Este es el ojo de la tormenta que cubre Europa, no si Merkel es buena o mala. Hay un riesgo (según McKinsey, en este caso) de que la deflación, combinada con una política monetaria restrictiva, condene a las empresas a una debilidad prolongada, situación de la que suele citarse a como antecedente. La buena noticia, nos dicen, es que se ha evitado caer en la depresión…sólo estamos en una recesión prolongada. ¡Ah!

Mientras el resto del mundo, sin excepción, considera que el problema principal es la falta de crecimiento, en Europa se aplican políticas procíclicas, vendidas con la falacia de que bien nos merecemos una cura de austeridad. ¿Quién tiene la autoridad intelectual para afirmar que sirven al triple objetivo de recuperar la demanda, generar ingresos fiscales y ayudar al desapalancamiento de la deuda? El anuncio de que en 2013 subirá el IVA es una pésima noticia. A menos que alguien piense la insensatez de que así se conseguirá anticipar a 2012 una dosis de demanda…y después ya inventaremos otra cosa.


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