¿Dónde está escrito que un smartphone tiene que ser rectangular? No hay más razón que la costumbre impuesta por la industria. Como no había otro motivo que la costumbre para objetar que su pantalla superara las 4,5 pulgadas en diagonal, antes de que emergiera la moda de los phablets, cuyo máximo coincide ahora con el mínimo de las tabletas más pequeñas. Por fin, BlackBerry ha encontrado una forma de distinguirse de la multitud, y buena falta que le hacía tras el rotundo fracaso de sus anteriores modelos que trataban de asimilarse al resto. Hay que reconocer que su nuevo smartphone Passport es original: tiene pantalla cuadrada, de 4,5 pulgadas x 4,5 pulgadas, y cabe en un bolsillo tan holgadamente como un pasaporte. Según le han dicho, resulta más compacto que un iPhone 6 Plus.
Pero no es la pantalla el principal rasgo distintivo del Passport, sino su teclado físico, tanto o más cómodo que el clásico, con la diferencia de que sus teclas reaccionan al tacto – lo que las hace útiles para navegar – y serían menos susceptibles de errores que las teclas táctiles al uso. La gran ventaja del diseño de su pantalla es que en ella caben 60 caracteres por línea, mientras que en los smartphones de otras marcas caben sólo 40 [un libro, para ser legible, suele tener 66 caracteres por línea]. Hay otras especificaciones interesantes en el nuevo BlackBerry, entre ellas una sensible mejora de sistema operativo pero no voy a extenderme sobre algo que sólo he visto en fotos. Me interesan más las circunstancias que rodean al lanzamiento.
En primer lugar, se trata del primer producto de BlackBerry en la era de John Chen, que se hizo cargo de la compañía al borde del naufragio, en noviembre. Tiene sobre sus predecesores una ventaja, la ausencia de vínculo sentimental con el pasado. Aunque sus gestos y declaraciones desde entonces han sido un poco erráticas, está claro que Chen pretende defender lo que queda de sus señas de identidad, frenar las deserciones de clientes [como las de un servidor, que ha sido usuario fiel durante años], lo que implica volver a diferenciarse, en lugar de imitar a sus rivales.
BlackBerry no abandona, ni abandonará, el hardware. La estrategia diseñada por Chen consiste en generar beneficios gracias a los servicios a empresas – con su reputación de seguridad – y a la mejora constante de su software. Porque pese a la drástica caída en las ventas de dispositivos, estos originan casi la mitad de sus ingresos, y sin ellos probablemente la marca desaparecería del radar de quienes deciden las compras corporativas. No volverán los tiempos en los que BlackBerry figuraba entre las cinco marcas más vendidas en el mundo: en el pasado trimestre ha vendido 2,6 millones de unidades según Chen, 2,1 millones según IDC. El problema al que se enfrenta la compañía es más grave: un descenso del 42% en sus ingresos por servicios, que tradicionalmente han dictado los márgenes y los beneficios.
Tras descabezar al 40% de su plantilla, BlackBerry ha vuelto a subir en bolsa: un 68% desde que John Chen está al mando, un 7% la semana pasada tras publicar resultados trimestrales con pérdidas de «sólo» 207 millones sobre 965 millones de ingresos. Comparada con la cotización de hace cinco años, la acción vale un 87% menos. El actual CEO ha prometido detener la hemorragia de cash flow, alcanzar su equilibrio al final del año fiscal y volver a ser rentable a lo largo del siguiente. Esto requerirá mucho más que una pantalla cuadrada, pero no es mala idea empezar a crecer desde las raíces.