28/09/2012

28Sep

John Chambers se incorporó a Cisco en 1991, y cuatro años después fue nombrado CEO. Lleva, pues, 17 años en el cargo – algo insólito en estos tiempos y en esta industria – y, con 63 años de edad, sería impensable que no hubiera cotilleos acerca de sus planes de retirada. En los últimos años, varios presuntos sucesores in pectore abandonaron la compañía tras mostrar su ambición antes de tiempo. Esta semana, Chambers ha declarado abierto una especie de concurso para seleccionar a la persona que herederá su cargo “dentro de dos a cuatro años”. Para entonces, “si el consejo lo quiere y los accionistas lo aprueban”, Chambers estaría dispuesto a seguir como chairman.

Las credenciales de Chambers para condicionar su herencia son por demás evidentes: en 1991, cuando entró como VP mundial de ventas, Cisco facturaba 70 millones de dólares; en 1995, con su ascenso a CEO, había subido a 1.200 millones, y el ejercicio 2011 lo cerró con 43.000 millones de facturación, aunque con un descenso de la rentabilidad.

Según Chambers, hay una lista de 10 potenciales sucesores, a quienes el consejo evalúa trimestralmente con esa intención. No dio la lista completa, sólo mencionó a cuatro que reunirían los requisitos: Robert Lloyd, Chuck Robbins y Edzard Overbeek, además de Gary Moore, actual número dos de la compañía y – se suponía hasta ahora – heredero natural. En su condición de Chief Operating Officer, está previsto que Moore sea el sustituto si al CEO le ocurriera algo [the hit by the bus scenario], pero ni así tiene garantizada la herencia. Puede que este fuera el mensaje que Chambers ha querido transmitir. ¿Por qué y para qué?

Gestionar la sucesión al frente de una gran empresa puede ser problemático si no existen reglas: una personalidad fuerte puede taponar la ambición de quienes esperan su turno. IBM – que ha tenido presidentes legendarios – se aferra a un protocolo por el que se ha guiado Sam Palmisano para seleccionar a Virginia Rometty y luego renunciar antes de lo previsto a la condición de chairman. En EMC, el consejo “ha pedido” a Joe Tucci que se quede como presidente hasta 2015, lo que indica que la sucesión no estaba tan resuelta como se creía. Al parecer, Paul Otellini no tiene fácil la búsquedade un nuevo CEO para Intel, porque varios ´candidatos´ han salido de escena. En cuanto a Microsoft… especular sobre el futuro de Steve Ballmer es un ejercicio estéril. Y así.


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