28/05/2013

28may

Mucha gente cree saber lo que tiene que hacer Apple para salir de su extraña coyuntura. Con fundamento o sin él, a menudo con argumentos subjetivos. Horace Dediu, respetado analista independiente – lo que no obsta para que sus simpatías por Apple sean tan transparentes como legítimas – se ha rebotado porque no fue invitado a una conferencia del Wall Street Journal a la que acudirá Tim Cook, y que empieza precisamente hoy. El bueno de Horace ha decidido publicar en su blog las cuatro preguntas que hubiera hecho a Cook, de haber tenido oportunidad. La verdad es que las preguntas no sólo son pertinentes, sino que tendría mucho interés conocer cómo respondería Cook.

La primera es, en mi opinión, la más interesante: ¿por qué el iPhone no se vende como miembro de una gama de smartphones? Se supone que en la familia cabrían distintas cualidades y distintos precios, para satisfacer necesidades diferentes en el mercado. El resto de los fabricantes tienen un catálogo de smartphones, y a algunos – Samsung, sin ir más lejos – les funciona muy bien. La propia Apple sigue esa estrategia con el iPad, que es un producto más joven que el iPhone, ¿por qué no con su producto estrella?. En el fondo, esta pregunta encubre otra: ¿cree Cook que Apple podrá seguir estirando la rentabilidad de un dispositivo cool? Teniendo en cuenta que el iPhone es el primer sostén de la cuenta de resultados de la compañía, esa actitud va a contracorriente de la bajada de márgenes que prevalece en el mercado.

Si Dediu hubiera sido invitado, que no lo ha sido, habría preguntado por qué, habiendo más de 800 operadores en el mundo, sólo 250 venden el iPhone, muchos menos que los que tienen relaciones contractuales con Samsung, BlackBerry y Nokia. ¿Es una limitación deliberada, por razones que tienen que ver con la calidad de las redes? ¿O son los operadores – incluso los que sí lo venden – los que encuentran inaceptables las condiciones que impone Apple?

Dudo mucho que Cook hubiera respondido con sinceridad la tercera pregunta del cuestionario de cuatro. En 2012, el gasto de capital de Apple alcanzó la suma sideral de 10.000 millones de dólares, más alta que la más alta de la industria de semiconductores (se refiere a Intel). El año que precedió al lanzamiento del iPhone, ese capítulo fue de 1.000 millones, por lo que es lógico hacer conjeturas acerca del destino de esa fortuna. Por cierto, ¿repetirá Apple los 10.000 millones en el actual ejercicio?

La cuarta y última pregunta es incluso más perspicaz (y suspicaz, ya que rima): ¿cómo explica Cook el hecho de mantener todavía vigente el acuerdo con Samsung por el que este le suministra un procesador que en realidad es diseñado por una filial de Apple, y mediante ese trato ha contribuído a reforzar la capacidad competitiva de su principal adversario? Personalmente, se me ocurren algunas otras preguntas, pero obviamente no he sido invitado, ni poseo las cualidades del analista Dediu.


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