28/06/2013

28Jun

No me corresponde tratar de adivinar los resultados económicos que hoy presentará BlackBerry; es oficio de los analistas bursátiles que en los últimos días han emitido informes optimistas aunque trufados de cautela. Puedo esperar 24 horas, pero no creo que lo realmente importante sean los ingresos, el beneficio o el margen bruto de una empresa que viene de atravesar una larga crisis. Más interesante me parece un dato sobre el que BlackBerry ha tendido una cortina de humo: ¿cuántas unidades ha vendido? Dicen que unos 7 millones en el trimestre, que parecen muchos a la vista de los antecedentes; pero insisto: no creo que sea lo relevante.

Por lo que se ha publicado, los dos nuevos modelos, Z10 y Q10, basado en el nuevo sistema operativo BB10, han recibido unánimes elogios pero lo que realmente necesitan es que se traduzcan en contratos con los operadores y en adopción sistemática por los usuarios, que por lo que ve provendrán mayoritariamente de la base instalada del sistema operativo anterior, BB7. El Z10 – puramente táctil – juega en una liga congestionada, mientras el Q10 – que combina el interfaz táctil con el teclado clásico – está siendo un éxito allá donde se vende (todavía no en España), gracias al vínculo de fidelidad con los usuarios de la marca.

Se podría entender que, con esos rasgos, el papel del Q10 sea dar tiempo a que el Z10 se haga un hueco como competidor viable. El riesgo es de doble filo: 1) que, como le ocurrió a Nokia con Symbian, el abandono de BB7 sea más rápido que la adopción de BB10, o 2) que, por el contrario, sea lento y entonces la operación habría salido mal. Se espera un tercer modelo, Q5, a priori destinado a los mercados emergentes (competitivo, pero hundirá los márgenes). Más allá, la hoja de ruta de Thorsten Heins, CEO de la firma canadiense, se desconoce.

Los 76 millones de suscriptores al servicio que BlackBerry presta a través de los operadores son una masa crítica en espera de sustitución del dispositivo. Pero, ¿es sostenible una estrategia que se apoye sólo en el reemplazo de la base instalada? En este punto toca deshacer un equívoco: los dispositivos no son el centro del negocio de la compañía canadiense, de la que tendemos a olvidar que no es otro fabricante de móviles sino una empresa que presta un servicio que conecta una red de sus sistemas BlackBerry Enterprise Server. Desde enero, ha contratado o renovado 18.000 instalaciones de la versión BES 10 con empresas y gobiernos: este es su negocio principal, los dispositivos son el accesorio.

Sólo así se puede entender las prisas por anunciar Secure Work Space, una iniciativa para facilitar que los smartphones bajo iOS y Android se conecten a BES10 y el sistema separe los usos personales de los corporativos. El famoso BYOD, ahora rebautizado MDM (mobile devices management) con el plus de reputación de seguridad que aporta BlackBerry. Un joven colega me ha dicho que con este movimiento, la firma canadiense se da por derrotada ante la presión de los usuarios que reclaman a las empresas la convalidación de sus iPhones y Androides. Yo lo veo más bien al revés: como esa presión existe, más le vale a BlackBerry preservar su modelo de negocio que empeñarse en una resistencia numantina contra enemigos de esa talla.


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