Para Vodafone, como grupo, el año fiscal 2015/2016 ha empezado bien. Dentro de lo que cabe. Al cierre de su primer trimestre – abril-junio – ha anunciado una leve aceleración (sic) en el crecimiento de sus ingresos por servicios, que sólo tres meses antes habían frenado su prolongada caída. El 0,8% de crecimiento global ha sido mejor de lo que los analistas esperaban, pero la tendencia no sorprende: -1,5% en Europa, +6,1% en los mercados emergentes. Según Vittorio Colao, CEO del grupo, los negocios de Vodafone en Europa vuelven a crecer muy despacio, gracias al empuje de 4G y las comunicaciones unificadas.
En realidad, no hay (todavía) motivos para alimentar expectativas. En Alemania, mercado clave, los ingresos volvieron a caer el 1,2%, Reino Unido ha vuelto a números negros pero sólo hasta el 0,2%, que vale como símbolo. De Italia (-2,0%), lo mejor que puede decirse es que ha bajado menos de lo esperado.
Por su lado, la filial española volvió a cerrar un trimestre en descenso: los 1.113 millones de euros de ingresos por servicios representan una caída del -5,5%, que hubiera sido del -7,8% sin la incorporación de Ono.
Al valorar la situación, Colao ha subrayado que esas cifras confirman el acierto del plan de inversión masiva conocido como Proyecto Spring, que ya ha completado un 71% de cobertura móvil 4G con 24,1 millones de usuarios en los 18 mercados europeos donde opera la compañía: «los clientes están valorando las mejoras de servicio, lo que trae consigo una reducción del churn [fuga neta de clientes a otros operadores] y una tendencia ascendente del ARPU en varios mercados clave». A finales de 2015, se alcanzará una cobertura del 90% en Europa, prometió Colao.
«Es sabido que los servicios de telecomunicaciones son un negocio de muy bajos márgenes, por lo que nuestra atención se ha fijado en el ebitda y la generación de free cash flow«, advierte un análisis de Deutsche Bank, que pronostica para este año fiscal un nuevo descenso de ingresos de Vodafone hasta 40.900 millones de libras, con expectativas de recuperación en el ejercicio 2016/2017. Por su parte, Goldman Sachs ve en Vodafone uno de los beneficiarios de la ´doble consolidación` entre operadores, que eleva el valor estratégico de poseer una red móvil en un mercado convergente. De ello extrae una hipòtesis significativa: «si los gestores del grupo pusieran voluntad para reconsiderar su estructura, creemos que habría compradores potenciales para ciertos activos».
El anuncio de resultados trimestrales de Vodafone ha coincidido con una reorganización de la estructura europea de la compañía. Philipp Humm – que hace tres años fue pescado de su puesto en la filial estadounidense de T-Mobile – deja Vodafone y su puesto de director general para Europa se amortiza. Los responsables de las filiales más importantes, entre ellos António Coimbra, de la española, compondrán un comité ejecutivo de cinco miembros, además de Colao, que el guión usual nos presenta como la receta organizativa para «mejorar la eficiencia y agilizar la toma de decisiones». Palabras huecas que enmascaran una realidad más compleja: las negociaciones entre Vodafone y Liberty Global, que desembocarían en un «intercambio de activos» de sus respectivas operaciones europeas.
La lógica de la eventual operación sería esta: combinar las operaciones móviles y fijas de Vodafone con las filiales de cable de Liberty en Alemania, Holanda y – principalmente – Reino Unido, donde esta es propietaria de Virgin Media.
Colao, que hace dos meses admitió la existencia de esas negociaciones, rehúsa responder más preguntas sobre la cuestión. Actitud que, lejos de acallar rumores, los ha excitado. Una fusión lisa y llana presentaría obvias complicaciones, quizás insalvables. El valor bursátil de Vodafone equivale a 93.000 millones de dólares, comparado con los 45.000 millones de Liberty Global. La ratio deuda/ebitda de Vodafone es de 2,4x y la de Liberty Global alcanza el 5x.
Otra dificultad sería la mezcla de estructuras y modelos de gestión disímiles: Liberty Global está controlada por el correoso magnate John Malone, quien difícilmente se entendería con un consejo de administración a la usanza británica. Por otro lado, habría problemas con la regulación en Alemania, donde el grupo de Malone controla Unitymedia, segundo operador de cable que junto con Kabel Deutschland, propiedad de Vodafone, domina el mercado.
Financieramente, habría razones para desconfiar. Liberty está muy endeudada y los intereses se devoran casi el 100% de su ebitda, impidiéndole pagar dividendos. Vodafone, en cambio, ha habituado a sus accionistas a recibir retornos elevados, y ni así consigue disciplinarlos.
Algo parece estar a punto de ocurrir, aunque no sepamos qué. Me dicen que la salida más plausible, si acaso, podría consistir en que Vodafone se escindiera en dos compañías, una para explotar el negocio móvil en el resto del mundo, y otra separada que fusionaría sus activos europeos con los que aporte Malone. Ahí les dejo ese intringulis.