Cuando Steve Ballmer describió el futuro de Microsoft con la fórmula devices + services, muchos comentaristas dijeron que era otra frase de su repertorio. Pues, no. Varios meses después, la idea va tomando forma. Por eso adquiere sentido la (presunta) intención de entrar con algunos miles de millones de dólares en el artefacto financiero que Michael Dell está montando para sacar su empresa de la bolsa. Más que una inversión, que también, sería una jugada estratégica de largo alcance. Por un lado, afianzaría el rol de Dell como adalid de Windows 8; y no uno cualquiera, sino uno que vende millones de PC y de servidores cada año, con el sistema operativo de Microsoft. Quizá no parezca necesario en este momento, pero seguramente tendría efectos ejemplares.
Salvando las distancias, se puede hacer una analogía con el caso de Nokia, en la que Microsoft no ha invertido capital pero a la que subvenciona desde que se convirtió en puntal de Windows Phone. Pero, como en el caso de Nokia, podría tener un efecto bumerán, si otros fabricantes se enfadaran por cualquier privilegio en favor de Dell. En cualquier caso, la vocación de Microsoft por desarrollar directamente hardware sin pasar por las marcas afines, parece firme: a pesar del patinazo inicial del del Surface, ahora saldrá Surface Pro, esta vez con un procesador de Intel, y empieza a hablarse de un eventual móvil Surface.
La otra función que tendría una inversión en Dell sería respaldar los esfuerzos de esta por asentarse como proveedor de servicios a las empresas, y compartir los frutos. Microsoft ya está presente en ese campo, pero no puede hacerlo todo por sí misma, de modo que atar las relaciones con un aliado autónomo sería útil a sus propósitos. Con lo que se demostraría que los acuerdos estratégicos pueden ser tanto o más eficaces que una compra a gran escala: la fallida compra de Yahoo se saldó con un acuerdo de interés mutuo contra Google, y el mismo objetivo tiene la pequeña inversión en Facebook, muy rentable en todos los sentidos. ¿Para qué dilapidar la tesorería si los mismos objetivos pueden conseguirse con menos dinero? De todos modos, a día de hoy, la transformación de Dell está en el aire.