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  5/05/2017

5May

Como prometí el miércoles, aquí van mis comentarios sobre los resultados de Apple. Para empezar, tiene narices que Tim Cook culpe a la prensa por difundir rumores sobre el próximo iPhone, como causa de la debilidad de ventas de los modelos vigentes. Fue su respuesta al analista Steve Milunovich (UBS) quien aludió a una encuesta según la cual las intenciones de compra de un nuevo iPhone están en su nivel más bajo de los últimos nueve años. Lo que suena muy mal, porque el iPhone nació hace diez años, en junio del 2007.
Los rumores no los trae el polen. Son componentes de un  mecanismo de marketing, tan sofisticado como discreto, que se canaliza a través de una cohorte de cronistas que simpatizan con la marca. ¿Por qué no reprocharles que se quedaran cortos el trimestre anterior?. Es sintomático que decenas de analistas que trabajan en contacto permanente con Apple, consensuaran hace una semana que en el trimestre se habrían vendido 52,27 millones de iPhones, y que al final fueron 50,76 millones. Se me ocurren tres observaciones:
1.- Inusualmente, los analistas fallaron esta vez por exceso, no por defecto. Por su lado, la prensa especializada tiene cogido el hábito de rastrear los informes que esos profesionales escriben para los inversores; para los medios es materia con la que captar audiencia. Últimamente, tratan de anticiparse a una noticiaa que no se confirmará hasta septiembre. Es un ejercicio que no me interesa, pero Cook no lo objetaba con el viento a favor.
2.- En su mayoría, los rumores se originan en Taiwan y China, y son creíbles porque se atribuyen a ´fuentes` de las empresas que fabrican componentes para el iPhone. Por citar un caso real, cuando Ming-Chi Kuo, analista de KGI Securities, describe un problema de suministro o de fabricación, se acepta como fidedigno, obviando el hecho de que pudiera estar influenciado por intereses creados.
3,- A mi juicio, la idea de que lo publicado sobre el (supuesto) iPhone 8, han deprimido las ventas de los modelos actuales, no se sostiene.La diferencia entre expectativas y realidad se debe en cierta medida a la contración del mercado chino, donde las ventas del iPhone cayeron un 14%. Téngase en cuenta que la región Greater China representa una quinta parte de los ingresos totales.


Por otra parte, si las especulaciones – no necesariamente periodísticas – acerca del sucesor del iPhone 7 han sido más abundantes que otros años, se debe a la existencia de un ambiente propicio. Mucha gente opina que en dos generaciones del producto estrella apenas ha habido innovaciones capaces de provocar una rotación más rápida de la base instalada. Implícitamente, Apple validó la tesis con su intento de reforzar la demanda con un modelo de transición, el iPhone 7 Plus. Bien hecho, porque – según Cook – se ha vendido muy bien [de lo que se deduce que las cifras hubieran sido peores en su ausencia].
Otro hecho conocido es que el iPhone aporta el 63% de los ingresos de Apple. Por consiguiente, la contracción del segundo trimestre debería ser más aguda en el tercero, y quizá también en el cuarto, en espera del nuevo iPhone.
Esa dependencia es una debilidad estructural, que tiene mala solución. Indica que el relevo del iPhone no lo puede tomar ningún otro producto, y por esto el discurso de Apple pone énfasis en los servicios. En diciembre, eran 150 millones de usuarios, que a finales de marzo subieron a 165 millones. Este crecimiento secuencial es un éxito indudable, sólo que eclipsado por el ruido en torno a cuántos iPhones se han vendido. El CFO de Apple, Luca Maestri, ha recordado una característica de negocio de servicios: «la gente empieza con un cierto nivel de gasto y luego tiende a aumentarlo con el tiempo; esta es la clave del  modelo».
Vale. Sin decirlo, Maestri hacía referencia a algo que no puede ocurrir con los ciclos, cada vez más largos, de reposición del iPhone. Hay que fijarse en las cifras: en los últimos cuatro trimestres, sólo en la categoría de servicios Apple obtuvo 26.514 millones de dólares de ingresos; casi triplican los de Netflix en el mismo período o, mejor aún, equivale al 87% de los ingresos totales de Facebook. Como sugería Maestri, la clave del modelo está en que sin el iPhone, Apple no vendería servicios.


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