Como se esperaba, los accionistas de EMC han aprobado por una abrumadora mayoría del 98% la oferta de absorción presentada por Dell y sus aliados financieros el pasado octubre. Aún queda un pequeño obstáculo por salvar, la aprobación del regulador chino, con lo que la operación podrá cerrarse dentro del límite del 31 de octubre. No hace falta decir que es de extrema complejidad y la adquisición más cara en la historia del sector – superada sólo por los 32.000 millones que HP pagó por Compaq en 2001 – pero los 67.000 millones de dólares iniciales se han comprimido en unos 5.000 millones como consecuencia de la evolución de la cotización de VMware, en la que EMC tiene el 80%.
El artefacto financiero montado por Michael Dell a través de su holding familiar Denali es una obra de orfebrería, una combinación de acciones, cash y 49.000 millones de deuda. Dos fondos se han sumado a la aventura: SilverLake, que ya respaldó en su día la ´privatización` de Dell, y Temasek, de Singapur. Para cubrir su parte de la jugada, Dell ha tenido que renunciar a empresas que había comprado en años anteriores y que le costó integrar.
Los accionistas de EMC recibirán 24,05 dólares por acción más 0,111 por cada acción de VMware según una ecuación vinculada a la evolución de esta en bolsa. Ocurre que desde la presentación de la oferta, la acción de VMware ha caído, y esto motiva un ajuste del desembolso final: en octubre de 2015, cotizaba a 82,09 dólares, y la semana pasada – tras subir un 9% empujada por sus buenos resultados trimestrales – cerraba a 68 dólares. Puede subir todavía, porque VMware cumplirá la promesa de comprar 1.200 millones de sus propias acciones.
La junta extraordinaria de EMC fue precedida por la presentación de los resultados del segundo trimestre; por esta razón se omitió la habitual conferencia con analistas. Los ingresos, 6.017 millones, se han mantenido planos en la comparación interanual, aunque superiores a los del primer trimestre. Hace dos años, eran de 5.900 millones por trimestre, lo que atestigua que el estancamiento ha llegado a ser crónico. El beneficio neto ha sido de 581 millones, que se comparan favorablemente con los antecedentes, gracias a una intensa reducción de costes operativos y, cómo no, a las ganancias aportadas por VMware.
Aunque no hubo call con analistas, Joe Tucci, patriarca de EMC que dejará la compañía, ha destacado tres puntos relevantes del trimestre: 1) más del 100% de aumento en sus ingresos por venta de equipos all-flash, 2) tres dígitos de crecimiento de la filial Virtustream, su apuesta cloud y 3) un 40% más de ventas en el segmento de infraestructura convergente.
Aun así, EMC tiene por delante una delicada transición. No sólo por la integración de líneas de producto redundantes con los de Dell, sino por el infaltable recorte de plantilla y el baile de directivos. Un detalle tranquilizador es que David Goulden, actual número dos de EMC, encabezará la división de almacenamiento de la empresa conjunta, que se rebautizará como Dell Technologies. La suma de las dos organizaciones daría, teóricamente, más del 28% del mercado mundial de almacenamiento, que IDC estima en 37.000 millones de dólares.
Con ese perfil, y tras desprenderse de su división de software, la futura Dell Technologies será, esencialmente, una empresa de hardware, que debería acelerar su conversión a la figura de proveedor de infraestructura cloud en competencia directa con Hewlett-Packard Enterprise (HPE).
Por lo dicho más arriba, el foco de atención estaba puesto en VMware. Sus ingresos trimestrales han sorprendido: 1.693 millones de dólares de ingresos (11,3% de aumento) y 265 millones de beneficio neto (+54%). Se confirma así la tantas veces citada frase de Michael Dell, para quien VMware es «la joya de la corona» de EMC y, por consiguiente, la primera razón de su oferta de compra.
Durante mucho tiempo ha circulado la conjetura de una segregación de VMware, ahora tan absurda para Dell como lo fue antes para Tucci. Una absorción completa podría tener lógica dentro de un tiempo, pero ese 20% adicional tendría un coste hoy por hoy inviable. Lo que menos le conviene a Michael Dell es crear en el nuevo perímetro de su imperio más fricción que la inevitable.
Pat Gelsinger, CEO de VMware, ratificó que las operaciones no sufrirán ninguna perturbación durante el tiempo que a EMC y Dell les lleve consumar el matrimonio. Reiteró el pronóstico de que la absorción de su accionista de control acelerará los ingresos en un millar de millones adicionales cada año. Mientras llega el momento, la previsión para este año fiscal 2016 es de 7.000 millones de dólares de ingresos (+4,5%).
La «joya de la corona» tiene muchas cartas que jugar, y los resultados del segundo trimestre han sido reveladores. En primer lugar, se observa que las ventas de licencias – básicamente de vSphere – han crecido sólo el 1%, (644 millones), con lo que se certifica que la virtualización ya representa menos del 50% de los ingresos totales, mientras las iniciativas recientes, etiquetadas como software-defined data center, han cruzado el ecuador. En particular, puede decirse de NSX y VSAN, que Gelsinger calificó como «rock stars» del trimestre.
De NSX dijo Gelsinger que en seis meses ha pasado de 1.200 a 1.700 clientes, mientras que VSAN ya tiene 5.000, de los que 1.500 se han incorporado en 2016. «Estamos cabalgando una ola de adopción por parte de empresas que no suelen ser de las primeras en seguir la novedad; es un buen síntoma», advirtió. En otras compañías del sector, los nuevos productos tienden a canibalizar negocios anteriores; no parece que sea el caso de VMware, que está llevando bien la decadencia de su oferta tradicional.
Para el mes próximo, cuando se celebre la conferencia VMworld en Las Vegas [la edición europea volverá a Barcelona a mediados de octubre], Gelsinger prometió un salto cualitativo, una iniciativa para asaltar el emergente mercado de multicloud: «ofreceremos conectividad y seguridad sin parangón, con visibilidad a través de múltiples recursos TI con independencia de que se apoyen o no en la infraestructura de VMware».
Otra noticia reciente de VMware tiene que ver con la constatación de que su futuro está ligado al open source, tras disfrutar durante tantos años de su tecnología ´propietaria`. A ese efecto, ha reclutado a Dirk Hohndel con el cargo de Chief Open Source Officer. Es un fichaje interesante: durante 15 años, Hohndel ha trabajado en Intel como responsable de proyectos Linux y tecnologías open source. VMware no puede permitirse ignorar la sombra de amenaza que los contenedores como Docker y otros proyectan sobre su base instalada.