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  26/09/2012

26Sep

El clamoroso ridículo de Apple en relación con los mapas del iPhone ha engendrado una discusión bizantina y un cliché: con Steve Jobs, esto no hubiera pasado. Jean-Louis Gassée, el europeo que llegó más alto dentro de la compañía, discrepa en su blog:“mi admiración por el Querido Líder (sic) no me lleva a disimular la colección de sus muchos errores. Cube, antenagate, MobileMe, Siri – muy lejos de servir para algo útil – o iPhone Maps, han sido decisiones que Jobs tomó o respaldó personalmente”.

Está fuera de nuestro alcance conocer las razones del error, pero nada impide buscarlas. Cuando Apple lanzó el primer iPhone, en 2007, las relaciones con Google eran excelentes – y Android no existía – por lo que pareció natural firmar un contrato de franquicia por cinco años. Que la calidad de cartografía habría de ser una pieza fundamental de los móviles, ya lo avisaba Nokia, también en 2007, cuando decidió pagar una fortuna por la compra de Navteq.

El contrato con Google vencía en 2012, pero la amistad caducó antes. Tan fuerte era el empeño en darle un escarmiento, que Apple cometió el error –incoherente con la leyenda de su perfeccionismo – de confiar el control de calidad de sus mapas a un algoritmo, en lugar de recurrir a personas de carne y hueso. Cartógrafos, sin ir más lejos. Así salieron las cosas; se arreglarán con tiempo y dinero, pero el papelón no será olvidado. Por cierto, en el iPad, siguen funcionando los mapas de Google, objeto de otro contrato vigente.

Otra discusión online de estos días gira en torno a los cinco millones de iPhone 5 que Apple dice haber vendido el primer fin de semana. Cualquiera diría que son muchísimos, pero el analista Gene Munster – que se columpió sin necesidad al pronosticar ocho millones – nos explica la diferencia por un supuesto fallo en la cadena de suministros. Argumento peligroso, porque esa refinada logística de Apple ha sido uno de los méritos que encumbraron a Tim Cook. Sé que predico en el desierto, pero mi consejo sería que tanto los apologistas como los críticos de Apple se tomen una pausa o, al menos, bajen el volumen. Aunque ahora veo que a Apple le va la marcha: la última ocurrencia es reabrir el melón del veredicto en su juicio contra Samsung (en el que no ha recaído sentencia) pidiendo más dinero. A lo que Samsung ha replicado pidiendo un nuevo juicio.


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