Finalmente, Intel parece haber encontrado la vía para recortar el peso dominante de sus procesadores x86 en la cifra de negocios. Esto no lo digo yo, sino que es el diagnóstico de un informe distribuído a sus clientes por los analistas de Deutsche Bank. El año próximo, la mitad de los ingresos adicionales serán generados por los nuevos chips para móviles y sistemas embebidos, así como por memorias NAND. Una aportación que el banco alemán estima en unos 2.000 millones de dólares. No está mal para empezar, después de tanto retraso.
Los chips de Intel para dispositivos inalámbricos empiezan a asomarse tímidamente al mercado: mientras las marcas líderes (iPhone y todos los Android) siguen fieles a la arquitectura ARM, sin que se sospeche un cambio de actitud, Lenovo ha decidido equipar su modelo K800 (también llamado LePhone) con un procesador Intel nacido de la dinastía Atom; otro, desarrollado en común por Intel y el fabricante indio Lava, se venderá como Xolo X900. Alguien pensará qué lejos ha tenido que ir Intel para encontrar tan exóticos compañeros de aventura, pero el maledicente demostraría ignorar que China e India son dos mercados florecientes y de alto crecimiento, en los que las marcas de raíces locales podrían comprar más contratos que, por ejemplo, Motorola.
En Europa, el Xolo X900 será comercializado en Reino Unido bajo la marca Orange, a partir del verano y a un precio por ahora estimado en 200 libras, propio de un smartphone de gama media tirando a baja. Con estos mimbres, no parece sencillo llegar a 2.000 millones de dólares, pero todo se andará.