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  25/03/2013

25Mar

Una vez más, tenemos a Apple en el candelero, pero no por una de esas razones que suelen motivar su aparición en los medios, sino por otra que atañe directamente a los mercados europeos. Revela el New York Times que la CE le ha abierto un expediente informativo, que podría desembocar en una investigación formal por violación de las normas de competencia. La materia son los contratos firmados con los operadores para la distribución del iPhone. En 2007, cuenta con sorna el diario neoyorquino, «los operadores estaban aterrados por la posibilidad de no beneficiarse de la demanda generada por el primer iPhone». Me consta – no diré cómo ni por qué – que más de un CEO europeo peregrinó humildemente hasta Cupertino para asegurarse de que sus negociadores habían hecho lo necesario. Y, de paso, saludar brevemente a Steve Jobs.

Por la cuenta que les tiene, las partes nunca han revelado las condiciones de aquellos contratos, impuestas unilateralmente por Apple. Si un día se desvelaran, probablemente se comprobaría que eran contratos de adhesión. Inicialmente, algunos incluyeron cláusulas de revenue sharing, pero en Europa ese modelo no pasó de Reino Unido. Se generalizó otra fórmula, por la que los operadores aceptaban subvencionar el precio del iPhone «en por lo menos el mismo porcentaje de subvención aplicado al competidor más beneficiado». Por un tiempo, Apple jugó con la zanahoria de otorgar derechos de exclusividad, aunque luego – probablemente advertida por sus abogados – abrió la mano a múltiples operadores por país.

Aquellos tratos siguen vigentes – aunque el monto se ha atenuado allá donde los operadores han recortado o anulado las subvenciones sobre los terminales – y representan, en principio, el aspecto potencialmente cuestionable por los servicios de la CE. Un portavoz del comisario europeo Joaquín Almunia ha precisado: «hemos sido contactados por ciertos actores de la industria, y estamos estudiando la documentación, pero no se ha abierto ningún procedimiento formal». Sugiere el New York Times que han sido uno o más operadores franceses los que llevaron el asunto a Bruselas, y que a rebufo otros han acudido con sus contratos.

Esta versión es coherente con las periódicas quejas de los operadores europeos acerca de las ventajas de que gozan las llamadas OTT. El CEO de Orange, Stéphane Richard, ha criticado públicamente a Apple, pero reconociendo la necesidad de mantener relaciones de cooperación: «Apple gana 1.000 millones de dólares cada semana, y hay que tener la honestidad de decir que con gente así es necesario negociar, para tener unas relaciones lo menos desequilibradas que sea posible». Por las mismas fechas, marzo de 2012, el presidente de Telefónica España, Luis Miguel Gilpérez, declaraba a este blog: «Telefónica tiene las mejores relaciones con Apple, pero uno puede preguntarse si Apple valdría lo que vale en bolsa si los operadores no subvencionáramos sus móviles».

Naturalmente, no se sabe hasta dónde estarán dispuestos a llegar Almunia y los funcionarios que trabajan a sus órdenes, pero ya es significativo que, seis años después de la llegada del primer iPhone a Europa, el espinoso asunto de los contratos haya dejado de ser tabú.


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