El viernes 21 fue un día emotivo para mí: acudí a la Casa del Lector, en Madrid, a recoger el Premio de Periodismo de la Fundación Vodafone en su 14ª edición, otorgado por votación de un jurado compuesto por directivos de medios de comunicación. Ha sido un honor recibir el premio en la categoría de periodismo online mientras que el de periodismo “de papel” correspondió a Rosa Jiménez Cano, actual corresponsal de El País en San Francisco. El premio a la Trayectoria Profesional, un clásico en esta convocatoria, le fue otorgado a Cruz Roja Española. En la foto, me ven recibiendo la estatuilla de manos de Francisco Román, presidente de la Fundación Vodafone.
Esta feliz circunstancia justifica alterar por un día el tono habitual de este newsletter. Obviamente, el premio está relacionado con el blog que lleva mi nombre, y si no fuera por sus lectores, no tendría sentido. Por esto les haré partícipes de una reflexión que hilvané el viernes: mi satisfacción por el premio es íntima y profesional, y diré el por qué de los adjetivos.
Intima. En mi juventud decidí abandonar la economía por el periodismo, y nunca me he arrepentido. He ejercido este oficio durante décadas en la prensa escrita; no obstante, este premio – como otros de los últimos años – me ha sido conferido por haber cruzado esa supuesta frontera que deslinda la prensa online.
Profesional. Me alegra coincidir en este trance con Rosa Jiménez Cano, premiada por su trabajo en El País, esa prensa escrita de la que me siento parte, desde hace años como colaborador de La Vanguardia. Debería ser motivo de reflexión, dije el viernes, que una joven periodista haya sido premiada por su labor en un “soporte” que algunos dan por muerto antes de hora.
Opino que lo importante no es el soporte en el que se produzca un medio de comunicación, a condición de que se apliquen las reglas profesionales características de este oficio nuestro. No se me ha caído el pelo por ingenuo: sé que demasiadas veces esas reglas son violadas o ignoradas, en cualquier soporte de información. Me consta que la engañosa apariencia de facilidad en la factura de un medio online, la ausencia de barreras contra el intrusismo, y esa obsesión por las redes sociales, se han conjugado para que algunos, aun presumiendo de periodistas, se enfanguen en el pesebre.
No es el momento de extenderme. Quiero dejar constancia de mi agradecimiento a la Fundación Vodafone, a Paco Román, al jurado, a esas decenas de compañeros que el viernes me arroparon cariñosamente. Dedico el premio a todos ellos, a los colaboradores que me ayudan a producir este blog, a mi familia… y a los lectores. Mañana, este newsletter volverá a la normalidad.