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  23/09/2013

23Sep

Me ha gustado, es un decir, la viñeta del sábado de El Roto: «todo directivo sufre un impulso ascendente igual al volumen de trabajadores que desaloja». El ´teorema` se ajusta muy bien al caso de Stephen Elop, que se ha hecho acreedor a un bonus de 25 millones de dólares como recompensa tras la compra de Nokia por Microsoft. De escándalo: hasta el primer ministro finlandés ha dicho que Elop cobrará un millón por cada mil millones de capitalización bursátil perdidos por los accionistas de Nokia. ¿A cuánto sale cada millar de empleos destruídos durante la gestión de Elop? La noticia y las reacciones que ha provocado dejan suponer que Elop ha quedado descalificado en la carrera por la sucesión de Steve Ballmer.

Parece escandaloso, y realmente lo es. Pero también lo son otras prácticas que nos parecen razonables por la fuerza de la costumbre. Las cuentas trimestrales de IBM incumplen por 400 millones los objetivos, tras soportar la carga financiera de despedir a miles de empleados, pero la CEO Virgina Rometty regaña a los empleados por no esforzarse lo suficiente. Acaba de dar una señal más concreta, al anunciar que transferirá a una financiera los seguros médicos de sus pensionistas – un orgullo de la compañía – pero durante un tiempo les pagará la cuota mensual.

Los negocios de HP no es que estén precisamente boyantes, pero sus acciones han subido un 52% desde comienzos de año, y Meg Whitman se ha ganado el respeto de los analistas bursátiles por la energía que ha puesto en recortar costes y liquidar parte de la plantilla.

También a los accionistas de Cisco les parece estupendo [+ 20% desde enero] que John Chambers, al anunciar unos resultados que estabilizan el crecimiento,  afirme que a la empresa le sobran otros 4.000 empleados, tras haber despedido unos 8.000 desde 2011.

La semana pasada, al anunciar otro trimestre de pérdidas, el CEO de BlackBerry, Thorsten Heins, reconocía estar en conversaciones para vender la empresa, o parte de ella – Wall Street Journal cree que no pasará de noviembre – pero no sin antes haber mandado a casa a un 40% de la plantilla.

Podría seguir. He comentado el asunto con un amigo cínico que tengo en el IESE: «son ejemplos de destrucción creativa, que diría Schumpeter». Si no recuerdo mal mis lecturas de facultad, no es exactamente lo que quiso decir el austríaco, pero la frasecita ha calado como un tópico funcional. A propósito de lecturas y de cínicos: escribía ayer Enric Juliana que hemos entrado «en la civilización low cost, en la que el Precario sustituye al Proletario».


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