En los últimos meses he tenido ocasión de hablar en Estados Unidos con directivos de la industria del software, y al volver a España con algún country manager.Mi conclusión tiene tres puntos: 1) los ejecutivos americanos exhiben una manifiesta incomodidad al hablar de Europa, pese a saber que un periodista europeo les va a preguntar sobre el asunto; 2) no es menos manifiesto que ignoran casi todo lo que no sean tres o cuatro tópicos para salir del paso; y 3) a sus subordinados españoles les cuesta elaborar un discurso sobre la crisis; unas veces porque no lo tienen, otras por un irracional temor a desvelar opiniones “políticas”. Si acaso a mis interlocutores locales les pidieran opinión, les animaría a copiar/pegar la siguiente.
Juan Ignacio Crespo, analista financiero y ex directivo de Thomson Reuters, escribe: “En Europa, sólo la economía alemana mantiene algo de crecimiento. Cuando entre en recesión será llegado el momento en que los diferentes bloques económicos parlamentarán para ver cómo aplicar políticas de estímulo de nuevo. Igual que hicieron en 2008. Y, quizá, tendrán que empezar a discutir cómo monetizar las pérdidas de los bancos y los déficit de los gobiernos, en todo o en parte. Podría ser inflacionario, pero de ninguna de las tres grandes crisis de los últimos 110 años se ha salido sin inflación»
Continúa Crespo: «[…] De manera que el crecimiento económico español tendrá que venir como una “bendición oculta” bajo el peso de una recesión mundial que obligue a reconsiderar los parámetros actuales, bajo el ropaje de un incremento de la inflación que ayude a pagar las deudas a los deudores y anime a gastar a los ahorradores que, de otra forma, verán cómo sus ahorros se deprecian, forzando a una parte de esos ahorradores, las empresas, a poner en movimiento los siete billones de dólares ´ociosos´ que acumulan en sus tesorerías […]”. No es una lectura muy veraniega, pero es apropiada para este verano incierto.