«Se mire por donde se mire, ha sido una excelente forma de acabar el año». Se entiende que Martin Schroeder mostrara su satisfacción: el cuarto trimestre ha sido el primero, desde que fue nombrado CFO de IBM, en el que esta quebró su larga racha negativa; con esa credencial acaba de asumir su nuevo cargo, SVP de Global Markets, que lo convierte en directo responsable de la generación de ingresos y beneficios. Su sucesor, James Kavanaugh, se estrenó en plan triunfalista: «hemos pasado por un lifting obligado para reinventar el negocio; entramos en 2018 con un perfil de ingresos mucho mejor que el de hace un año».
En el cuarto trimestre de 2017, IBM obtuvo un crecimiento en ingresos del 4%, cerrando un ciclo de veintidos trimestres en el que sus ventas cayeron un 15%. De octubre a diciembre, ingresó 22.050 millones de dólares, algo más que lo esperado por los analistas. Tiene mérito, pero no fue del todo sorpresivo: se sabía del aumento de ventas del nuevo mainframe de la serie z, disponible desde el verano. De modo que la división de Sistemas fue determinante, con un crecimiento del 32%: otros productos de esta – la familia Power y la rama de almacenamiento – aportaron lo suyo.
Schroeter dijo a los analistas que tres de las cuatro divisiones han tenido crecimiento. La que no fue la organización de servicios (GTS) que pasará pronto por una cura bastante más dolorosa que un lifting: no sólo cayó en ingresos, sino que sus márgenes son la mitad de los que generan los sistemas y el software.
Por eso, aun admitiendo que el alza de los Sistemas sea transitorio, lo mejor de los resultados procede de los «imperativos estratégicos». El analista Mark Moskowitz, de Barclays, destaca en su informe que la marcha del negocio cloud en el cuarto trimestre «permite pensar que la oferta de servicios en la nube de IBM puede tener un subidón en los próximos 12 a 18 meses».
Igualmente positiva es la visión de Kathy Huberthy, de Morgan Stanley: «IBM está liderando la conversación en áreas tecnológicas nuevas, como IA, blockchain y computación cuántica». Según sus fuentes, una proporción inusualmente alta de clientes estaría renovando sus contratos de licencias». Por otro lado, se subrayó que los diez primeros bancos del mundo y ocho de las primeras aerolíneas, han renovado sus pedidos de mainframes.
Claro que también hay aguafiestas, esos analistas críticos para quienes IBM renquea porque sus resultados, incluso siendo mejores, se apoyan en dos patas inestables: los mainframes y la depreciación temporal del dólar. En términos anuales, los 79.100 millones de ingresos anuales muestran ¡al fin! un crecimiento pero ¡qué pena! de sólo el 1%. Durante la conferencia, hubo un intercambio entre Schroeter y Toni Sacconaghi (Bernstein). A este, más que los ingresos, le importaban los márgenes, su calidad.
Al final del diálogo, el CFO saliente no logró que Sacconaghi se moviera de su opinión inicial: «la erosión de márgenes es la peor que he visto en mucho tiempo […]». Ejemplos al canto: en la división Global Business el margen operativo bruto cayó al 24,8% mientras en la de Servicios Tecnológicos y Plataformas Cloud [el mayor segmento, a la vez que el más problemático] volvió a bajar dos puntos y en la de Sistemas otros 1,2 puntos. La media anual del 45,8% es inferior a la de 2016 [aunque la del cuarto trimestre fue del 48%] y Schroeter justificó la tendencia por las inversiones acometidas para dar la vuelta a la situación.
En todo caso, la perspectiva de la primera mitad de 2018 se anuncia más clara debido a – según Kavanaugh – a la sustancial mejora que se espera en el negocio cloud.
A pesar de las buenas noticias y de un free cash flow de 13.000 millones – del que la compañía retornó un 70% a los accionistas – la cotización de IBM ha bajado en horas posteriores a conocerse los resultados. ¿Cómo entenderlo? Lo más plausible parece pensar que los inversores institucionales, que la sostuvieron mientras esperaban ver la luz del túnel, han redescubierto la impaciencia justo al salir a la superficie.
La primera razón del optimismo que se irradia desde la compañía es que sus «imperativos estratégicos» están funcionando al extremo de que ya representan ya 46% de los ingresos; si se consideraran por separado – ¡ay, quién pudiera quitarse el peso del pasado! – su crecimiento sería del 17% interanual.