No me siento inclinado por los asuntos bursátiles, pero hay veces que te saltan a los ojos, y no hay más remedio que abordarlos. Algo extraño pasa con las acciones de Apple. Desde el 10 de abril, cuando alcanzaron su tope histórico de 644 dólares, han bajado un 10% hasta el cierre del viernes; y por el camino se han dejado nada menos que 56.500 millones de capitalización. Extraño comportamiento, cuando se espera que mañana, martes, la compañía anuncie un excelente segundo trimestre fiscal, según consenso de los analistas. Los inversores parecen querer decir que ya ha alcanzado un nivel muy alto, a partir del cual debería encontrar un nuevo descansillo, más bajo. Es lo que técnicamente llaman una corrección.
O un correctivo, porque el problema de Apple – que han vivido antes otras cotizadas – es que empieza a ser vista como ´incumbente´: su presencia es tan absorbente, su dominio sobre ciertos segmentos tan alto, que las autoridades marcan de cerca sus movimientos. Esto se ha visto en los últimos días con la investigación sobre los mecanismos de fijación de precios en el mercado de libros electrónicos.
Lo normal sería que el viento vuelva a soplar a favor, si los resultados fueran tan buenos como dicen. Incluso pueden registrarse más subidones con la aparición de nuevos productos en los próximos meses. Pero el episodio habrá dejado un poco de preocupación entre quienes piensan que Apple ha acumulado demasiado poder: ha llegado a representar el 4% del índice S&P y el 18% del Nasdaq 100. Desde 1990, sólo cuatro compañías han estado en esa situación, y a las dos les ha durado poco: Microsoft (enero 1999) y Cisco (marzo de 2000).