Lo normal por estas fechas es interesarse por los resultados trimestrales de un grupo de compañías, generalmente consideradas sintomáticas del estado de la industria TI. Es duro reconocer que una de las más grandes, la centenaria IBM, ha dejado de ser un faro del sector: sus resultados son indicadores de sí misma. Para decirlo con una frase del legendario Louis Gerstner, tiene sentido preguntarse si un elefante puede bailar. Para IBM, el problema son los problemas se le han echado encima antes de que pudiera completar los deberes de reestructuración que le puso Gerstner al retirarse en 2002.
Veamos qué dicen los números. Los ingresos de IBM en el primer trimestre (22.500 millones de dólares) han sido un 3,9% inferiores a los del mismo período de 2013. En un par de pinceladas, significa que 1) ha sido el peor trimestre en los últimos cinco años y 2) las ventas arrastran ocho trimestres consecutivos de bajada. En cuanto al beneficio neto, ha sido de 2.380 millones de dólares, un 27% menos que un año atrás. No pinta mejor el futuro inmediato, a juzgar por el tono sombrío del CFO, Martin Schroeter, en el webcast de la conferencia con analistas, la semana pasada.
La división de hardware [formalmente Systems and Technology] ha sido una vez más la rémora, con una caída del 23% interanual, que pese a ser minoritaria en el conjunto [el 10,6% de los ingresos totales] contribuye a hundir el beneficio operativo. Es patente el contraste entre el hardware y el incremento del 2% en el software [5.700 millones] y el descenso, también del 2%, en la suma de las dos categorías de servicios [13.800 millones].
A corto plazo, esta sangría continuará, en espera de que la venta a Lenovo de los activos del Sistema X alivien algo las cuentas, lo que no ocurrirá en este segundo trimestre. No obstante, los servidores x86 no son el único lastre de la división S&T: los mainframes – que acaban de celebrar su cincuentenario – han perdido un 40% de sus ingresos, los servidores Power un 22% y los sistemas de almacenamiento otro 23%. No sería para sorprenderse si IBM desinvirtiera en este último segmento.
También hay buenas noticias: los ingresos atribuibles a la actividad cloud aumentaron un 50%, lo que permite anualizarlos en unos 2.300 millones de dólares. Claro que no compensa el declive del hardware [14.400 millones en 2013] pero empiezan a madurar los frutos de la estrategia de mover toda la compañía hacia nuevos espacios de rentabilidad.
En 2013, la actual CEO, Virginia Rometty ha continuado la política de adquisiciones de su antecesor, incorporando 13 compañías, pero los ingresos aportados por estas no han sido suficientes para revertir la caída propiamente orgánica. Las áreas en las que se han concentrado las compras son reveladoras de por dónde va la estrategia de Rometty: cloud, analytics y seguridad. Responden claramente a las tendencias del mercado, pero a los inversores les gustaría adivinar si el crecimiento de los nuevos negocios llegará lo bastante rápido como para contrarrestar la caída de los tradicionales. En este dilema sí que IBM se parece a unos cuantos de sus competidores.