La brusquedad de la renuncia de Kevin Lynch como CTO de Adobe – se anunció el miércoles y se hará efectiva mañana – deja pensar que ha habido borrasca entre él y Shantanu Narayen, CEO de la compañía. Los protagonistas conocerán los detalles, pero la decisión dejará huella: tras años defendiendo por todos los medios las virtudes de Flash contra el veto de Steve Jobs en el iPhone (hay un vídeo impagable en YouTube http://youtu.be/ZNtTfFDena4), Lynch se marcha ¡precisamente! a Apple, donde ocupará un puesto en el que, a grandes rasgos, deberá llenar el vacío dejado por la defenestración de Steve Forstall, cuya ausencia nadie lamenta.
Pese a su apariencia aniñada – a sus espaldas, en Adobe lo apodaban Harry Potter – Kevin Lynch (47 años) tiene una larga trayectoria como creador de software. Con la compra de Macromedia en 2005 – un golpe genial de los fundadores de Adobe – Lynch pasó a ser CTO de la compañía y máximo responsable de su estrategia de productos. El conflicto con Apple tuvo serias consecuencias, porque obligó a Narayen a ejecutar un cambio de modelo de negocio, en el que a Lynch le tocó capitanear con éxito la reconversión del software al modo cloud. Este es, posiblemente, el mérito que Apple ha visto en él para abordar una evolución en la que hasta ahora ha tenido más errores que aciertos.
Por otro lado, la compra de Omniture – el golpe genial de Narayen – abrió en Adobe una segunda vía estratégica en la que la influencia de Lynch quedó menguada. De hecho, la compañía ha anunciado que no piensa sustituirlo, sino que la orientación tecnológica quedará en manos de las dos ramas del negocio. Curiosamente, la noticia coincide con el anticipo de que el trimestre cerrado en febrero ha sido excepcional gracias a una positiva adopción del modelo en la nube.
Si se ven las cosas desde el lado de Apple, es posible interpretar que Tim Cook sigue adelante con la configuración de un núcleo duro en el que ya no es suficiente haber trabajado junto a Jobs en los años heroicos; Kevin Lynch es un outsider (y no uno cualquiera) con indudables cualidades, pero la semana próxima va a desembarcar en medio de una transformación cultural inacabada. Tendrá que abrirse paso y, sobre todo, hacer que se olviden del maldito vídeo.