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  20/03/2014

20Mar

El titular de mi crónica sobre el smartwatch Gear, presentado por Samsung en setiembre, ha resultado premonitorio. La novedad colocó a la marca coreana en la parrilla de salida de una categoría en la que todos esperaban a Apple, pero no ha tenido éxito en el mercado, por la falta de un software que permitiera algo más que lucir el artefacto en una o dos ocasiones sociales.

Para corregir esa carencia inicial – con la que seguro que contaba – Samsung tenía necesidad de renovar el hardware, y lo ha hecho con los dos modelos anunciados en el Mobile World Congress y que saldrán el mercado en abril; pero no habrá un cambio sustancial en la vida de la familia Gear mientras no esté arropada por aplicaciones que la hagan realmente atractiva. Este es el sentido del anuncio de disponibilidad pública de un kit de desarrollo. La originalidad está en se basa en el sistema operativo Tizen, con lo que Samsung se aparte por primera vez del ´ecosistema´ Android.

24 horas después – la coincidencia no puede ser casual – Google anunció Android Wear Developer Preview, su propio kit para facilitar la creación de aplicaciones para wearables. No hay anuncio de hardware per se, pero a través de dos vídeos Google informa que Motorola (que todavía es de su propiedad) y LG, lanzarán sus respectivos smartwatches este año. No se conocen las especificaciones, pero el emulador de Android Wear simula un dispositivo basado en un procesador ARM7, lo que podría sugerir que la potencia no estará en el hardware sino en alguna solución cloud bajo gestión de Google. Sería consecuente con su modelo de negocio.

No está de más recordar que la nueva categoría no tiene aún un modelo de negocio, y que los wearables no pasan de ser gadgets para chalados de la tecnología o entusiastas del fitness. La industria de la moda se ha fijado en ellos, pero todavía no se sabe por qué ni para qué. Por esto puede decirse que la industria, ávida de fuentes de crecimiento, ha encontrado una solución capaz de dar vida a un problema inexistente.

ARM, Intel y Qualcomm se están moviendo para contribuir a lo que suponen puede ser un boom de los wearables, pero el hardware no es el problema principal: las aplicaciones serán lo fundamental para que cuajen.

El pulso entre Google y Samsung tiene lógica. Para la primera, lo ideal sería que Android fuera una plataforma en la que no hubiera un OEM tan dominante como Samsung. Para esta, la afiliación a Android es incómoda por el férreo control que ejerce Google (aunque presuma de apertura); pese a su liderazgo industrial, la compañía coreana tiene razones para sentirse condicionada por una estrategia ajena. En los smartphones, la partida está jugada, pero la aparición de la nueva categoría, los wearables, abre la posibilidad de un nuevo reparto de cartas: nada impide que Samsung siga proclamando su fidelidad a Android mientras explora la alternativa de Tizen.

Los wearables definen un mercado que arranca desde cero, pero tiene en su horizonte una galaxia – presuntamente brillante – del Internet de las cosas, y no está escrito que Google pueda trasladar a esta la fórmula que le ha permitido mandar en los smartphones; hay una diferencia que puede ser importante: esta vez no tendrá de su lado al primer OEM que ha sido determinante para que Android venda más que Apple.

A un costado de la pista, Apple observa. El rumor de un así llamado iWatch es persistente, pero esta vez deja que los competidores hagan el papel de liebres. Nuevamente, la clave estará en las aplicaciones, y las primeras informaciones sobre Healthbook, una futura plataforma de iOS que procesaría datos obtenidos de sensores corporales, sugiere que el wearable de Apple está próximo.

Google (y en su momento Apple) cuenta con dos ventajas sobre Samsung, la relación establecida con los desarrolladores de aplicaciones, y una tienda para distribuirlas a los consumidores. La compañía coreana tendrá que esforzarse mucho para ganar un espacio comparable. La apuesta por Tizen tiene mucho sentido, pero es de riesgo.

Con agudeza, la analista Carolina Milanesi – antes en Gartner, ahora en Kantar – opina que «lo que hoy vemos como una batallita entre Google y Samsung, puede convertirse mañana en una guerra de todos contra Apple».


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