El protagonista de mi post de hoy se llama Martín Casado. Hay videos suyos en YouTube, pero quien busque su nombre en las hemerotecas de la prensa española, sólo encontrará unas pocas líneas, en las que se insiste en destacar su condición de murciano. Por lo que parece, los otros méritos del personaje son secundarios (se nota que no se dedica a las redes sociales o cosas por el estilo, tan mediáticas). He visto un un titular muy expresivo: “Un murciano revoluciona el Silicon Valley”. La verdad es que el lugar de nacimiento de Casado no ha influído para nada en su trayectoria, ni se puede afirmar que su talento sea el fruto de la universidad española.
A finales de marzo, con un grupo de periodistas europeos con los que suelo compartir viajes a Estados Unidos, pasé una mañana en la sede de la empresa fundada por Martín Casado, Nicira Networks, en Palo Alto; de ella me ocupo en el post de hoy. Lo que me importa destacar en este comentario es que el interés de la visita no estuvo en la emigración de la familia Casado (cuando Martín tenía dos años, creo) sino en cómo una investigación académica en Stanford ha originado una tecnología revolucionaria y cómo de ella ha nacido una empresa capaz de hacer cosquillas a un gigante de la industria como Cisco. Que, por cierto, ha decidido dedicar 100 millones de dólares para hacer frente al desafío.
Sinceramente, si esta historia edificante nos enseña algo, no es precisamente un motivo de exaltación patriótica. Tampoco es como para recurrir al tópico de que nadie es profeta en su tierra (sic). Lo ha dicho con mucha gracia Scott Shenker, su antiguo profesor y hoy socio: “Martin is a f****** amazing guy”.