Los resultados trimestrales de Oracle y de Accenture han sido entendidos como malos augurios para los de IBM, que se publicarán a mediados de julio. Una preocupación que podría extenderse a los de otras empresas con perfiles y exposición parecidos a la contracción del gasto en TI. En el primer trimestre, IBM anunció un descenso del 5% en los ingresos, y los analistas han recortado un poco sus previsiones para el segundo, cuyo anuncio oficial está convocado para el miércoles 17.
Las comparaciones son odiosas pero no ociosas. Si Oracle ha atribuído a las circunstancias macroeconómicas el frenazo en sus ventas de software y suscripciones, el mismo argumento podría aplicarse a IBM, cuyos ingresos dependen del software en una cuarta parte, con una tendencia que ha bajado en un par de años de los dos digitos de crecimiento a un ligero toque negativo. En el hardware, los puntos fuertes y débiles de ambas no difieren: los grandes sistemas son rentables, pero los servidores x86 están de capa caída; Oracle ha conseguido cerrar un acuerdo heterodoxo con Dell, pero IBM no ha podido llevar a buen fin el intento de ceder a Lenovo.
Eso estaba más o menos descontado; lo que más alarma estos días a los analistas es la posibilidad de que IBM esté sufriendo problemas análogos a los que han afeado los resultados de Accenture, que el jueves se quedó corta con respecto a sus propias previsiones, culpando a sus regiones EMEA y Asia Pacífico. Que los ingresos crecieran sólo el 1% es casi lo de menos, porque se espera un comportamiento peor en el trimestre junio-agosto, en dos negocios vitales para la compañía: consultoría y outsourcing. Resulta reveladora la explicación de Pierre Nanterme, CEO de Accenture: la conversión de órdenes de pedido en contratos está tardando más tiempo que lo esperado, y cuando se cierra un acuerdo tiende a ser más pequeños que lo previsto porque «muchos de nuestros clientes están reevaluando sus modelos de negocio y tratan de recortar sus costes operativos».
En cuando a IBM, carga con la mancha de un primer trimestre en el que sus ingresos cayeron un 5% y su beneficio neto un 1,1%. Otro trimestre cuesta abajo no es descartable, si se atiende a la experiencia ajena. En abril, tras declararse decepcionada, la CEO Virginia Rometty tomó la inusual iniciativa de regañar por vídeo a los 443.000 empleados de la compañía por no haber reaccionado con suficientes reflejos para cerrar contratos con los clientes. En un par de semanas se sabrá si la advertencia ha surtido efecto inmediato.